viernes, 12 de enero de 2024

Notas sobre la historia de la central de Seira (31): Han pasado 111 años...

    


    La revista Madrid Científico publicaba en su número 749, correspondiente al día 25 de agosto de 1912, un artículo titulado “Por el Pirineo”. Este relata la conversación entre tres ingenieros de caminos; uno adscrito al servicio de las Carreteras pirenaicas, probablemente Manuel Diz, otro al Canal de Castilla y el tercero el director de la revista, Francisco Granadino, sobre la organización de una hipotética visita al Pirineo oscense. A renglón seguido, cual diario, se da noticia de los distintos avatares ocurridos en el viaje, las emociones vividas por los participantes y un buen número de fotografías de los numerosos rincones que se han recorrido en el mismo.  Destacan, por el gran número de instantáneas, las dedicadas al congosto de Ventamillo, que ellos denominan “de Benasque”.

El pasado mes de agosto se cumplieron 111 años desde la publicación de aquel diario y aprovechando la relación de los autores con su “compañero Mayoral” (Diego Mayoral Estrimiana, responsable de las obras de Catalana de Gas y Electricidad) y también de la importante obra que se está llevando a cabo en la carretera de Seira, es un interesante texto para conocer los cambios que se han obrado en el valle del Ésera en estos últimos 111 años.

 

    “-Decía usté que a las siete de la tarde tomaríamos el correo de Zaragoza…

-Sí, señor; y a las seis de la mañana estaríamos en la capital de Aragón; cambiaríamos de tren, y a las doce del día llegaríamos a Barbastro. En Barbastro almorzaríamos, descansaríamos un par de horas, y a las tres o tres y media de la tarde tomaríamos el automóvil.

-¿Qué auto?

-El de nuestro compañero Mayoral, que actualmente dirige el estudio de dos importantes saltos de agua en el Ésera, y que nos lo cedería un par de días.

-Muy bien; adelante…

-Decía que tomaríamos en Barbastro el auto a las tres o cuatro de la tarde, cruzaríamos en una hora u hora y media el hermoso valle del Cinca; entraríamos en la cuenca del Ésera y llegaríamos a Graus, daríamos un vistazo a tan interesante población, y a la caída de la tarde recalaríamos en Ventamillo.

-¿Qué pueblo es ese?

-No es pueblo; es un caserón edificado en las estribaciones del Pirineo, a la entrada del congosto de Benasque, donde solemos pernoctar los ingenieros cuando vamos a visitar las obras de las carreteras pirenaicas.

-¿Y hasta allá llegaremos en auto?

-Hasta allá y más allá, pues que llegaremos hasta el mismo Benasque…”

 


“EN EL PIRINEO.- Congosto de Benasque”. 

Madrid Científico, número 749, 25 de agosto de 1912.


    A finales del año 1911 se terminó el último escollo, el puente de El Run, que faltaba para poder acceder hasta Benasque en automóvil. Quedaba comunicado el valle con el resto de la provincia, con todas las consecuencias que eso conllevaba.

 

    “El automóvil deja atrás a Graus, y sin perder nunca la orilla del Ésera, nos deposita en Ventamillo, próximamente a mitad del camino entre Graus y Benasque. Allí empieza ya el paisaje propiamente pirenaico. En las cumbres de las sierras que nos rodean y en las vertientes del tercio superior de las montañas, se ven grandes manchas de nieve. El terreno se hace cada vez más bravío y salvaje. Los hombres no lo son menos. Sabemos en Ventamillo que días antes un desventurado destajista de aquellas carreteras, tras una liquidación ruinosa, se ha colocado dos cartuchos de dinamita, uno en la boca y otro en la faja, y así ha liquidado su vida. 

En Ventamillo cenamos y dormimos. Al día siguiente reanudamos la excursión.”

 

    Destacar la sensibilidad y respeto por el medio ambiente que comienza a impregnar la visión de los ingenieros.

 

    “Describir punto por punto todas las hermosuras vistas y admiradas en tan agradable excursión requeriría un tiempo, un espacio y unos conocimientos alpinos que carecemos, y de ahí que nos hayamos de limitar a evocar y documentar algunos de los recuerdos que más presentes han quedado en nuestro espíritu, prefiriendo, naturalmente aquellos que se refieren a parajes poco conocidos -pudiéramos decir que casi inéditos para la mayoría de las gentes- por hallarse enclavados en regiones a medio explorar hasta ahora que se han abierto a la circulación determinadas carreteras. Algo hemos de decir acerca de la conservación por cuenta del estado de estos parajes a que ya en el extranjero se les designa con el nombre de “monumentos naturales”, y que en todos los países cultos comienzan a fijar la atención del los Gobiernos, tanto al menos como los monumentos históricos”.

 

    Uno de los viajeros, especialmente implicado en la gestión de las carreteras, hace hincapié en su magnífico estado y el esmerado mantenimiento.

 


“EN EL PIRINEO.- Congosto de Benasque”.

 Madrid Científico, número 749, 25 de agosto de 1912.


    “La primera observación que hace el turista…es que la carretera se halla perfectamente conservada. En el reparto del presupuesto de conservación, la provincia de Huesca no ha sido seguramente de las cenicientas, y si al difunto Camo deben aquellas gentes tal merced, cada pueblo debiera elevar una estatua a dicho cacique…”

 

    El paso del congosto “de Benasque” es objeto de múltiples comentarios de su belleza y de las ingentes dificultades que tuvieron que vencerse para la instalación de la carretera.

 

    Vamos internándonos en el Pirineo. Llegamos a la entrada del llamado congosto de Benasque. A medida que avanzamos, la cañada se estrecha sensiblemente hasta convertirse en cañón y las paredes de la tenebrosa falla se elevan a pico hasta perderse allá arriba, en las profundidades del cielo.

Al comienzo de la angostura la habilidad de los ingenieros, aprovechando todos los accidentes de la grieta, han ido plegando audazmente la sinuosa cinta de la carretera a la raíz del murallón, a la cenefa de los tajos, a los retallos del abismo, llegando en ocasiones a invadir con atrevidos muros de sostenimiento el cauce del torrente; más se llega a un punto en que no hay habilidades ni audacias que valgan; el trazado queda acorralado, inmovilizado, embotellado, sin salida posible; hay que apelar al supremo recurso de embestir en túnel el ingente acantilado.

Cuantos poseen elementales nociones de ingeniería se preguntan intrigados cómo se pudo estudiar y replantear este túnel, pues a menos de robarle las alas a las águilas, la cosa no tiene explicación posible. Efectivamente, no se hizo estudio previo del túnel, porque todos los intentos de exploración se estrellaron ante la imposibilidad de tantear con los aparatos topográficos aquellos abismos insondables y aquella crestería inaccesible.

¿Qué solución quedaba? Tomar como orientación aproximada la dirección general del barranco y atacar el acantilado con la galería de avance, a salir donde Dios quisiera. Hubo suerte y se salió del paso sin grandes sacrificios ni dificultades. Como prueba de lo abrupto del terreno, invocaremos el dato de que los cinco o seis kilómetros de carretera que salvan el congosto de Benasque han costado millón y pico de pesetas -a 200.000 pesetas aproximadamente el kilómetro- y aún así y todo, el negocio ha resultado ruinoso para el contratista.

Pasado el temible cañón, y sin abandonar el camino el curso del Ésera, el terreno, por fin, se abre y se despeja, y al abrirse y despejarse, se suceden en prodigiosa cinta panorámica una porción de valles, vegas, prados y vergeles, tan soberanamente bellos, que parece cuentos de hadas, y tan soberanamente lindos, cual los que pudieran existir en el propio paraíso terrenal”.

 


“EN EL PIRINEO.- Congosto de Benasque”.

 Madrid Científico, número 749, 25 de agosto de 1912.


    Ya han pasado 111 años de aquella visita y afortunadamente todavía emociona al visitante recorrer los farallones del Congosto. El corazón se encoje emocionado ante tanta belleza y las paredes vertiginosas, al pasar a sus pies, nos recuerdan, sin mediar palabra, lo pequeños y frágiles que somos.


Este artículo se publicó en el número 32 de la revista "Els Tres Llugarons", Abi, Seira y Barbaruens, editada por las asociaciones culturales de dichos pueblos en el invierno de 2023.

sábado, 15 de julio de 2023

Notas sobre la historia de la central de Seira (30): A.C.O. (Ateliers de Construction Oerlikon)




   
Los Ateliers de Construction Oerlikon (A.C.O.) fueron los responsables de la fabricación de buena parte del aparellaje eléctrico de la central de Seira. La Revue Générale d’Eléctricité, el año 1922, publicó un amplio reportaje, de la mano del publicista Jean Reyval, describiendo sus instalaciones. El artículo no se limitaba a unas someras fotografías, pues cada elemento estaba acompañado de numerosos datos técnicos, lo que permitía un conocimiento muy detallado de las características de la central.

   Entre todos estos elementos, uno fundamental en una central hidroeléctrica es el transformador. Esta máquina eléctrica permite elevar la alta tensión que genera el alternador, en este caso 6.000 voltios, a los 125.000 voltios que, en teoría, debía soportar la línea eléctrica. Esta elevación se realiza para reducir la intensidad transportada, pues las pérdidas de una línea no dependen de la tensión, pero sí de su intensidad. El tamaño de este equipo depende de varios factores: la potencia, que es el producto de la tensión a la que genera, por la intensidad que circula por los conductores y la tensión de funcionamiento, que obliga a instalar aisladores apropiados a dicho potencial.

   No funcionó este equipo a los valores proyectados pues la tensión de la línea que debía transportar la energía producida por la central de Seira debía ser 130.000 voltios, pero las dificultades con los diferentes elementos implicados en su transporte hicieron que hasta 1922 la tensión de la línea fuera de 66.000 voltios, fecha en la que se elevó su tensión hasta los 110.000 voltios actuales.






   Este cambio de valor lo permitió una característica constructiva de la mayoría de los transformadores que disponen de un conmutador de tomas y mediante este es posible ajustar la tensión de salida a diferentes valores. En este caso permitía unas tensiones de 95.000, 110.000 y 125.000 voltios, pudiendo elegir entre ellas, lo que permitió reducirla un escalón para evitar problemas con su aislamiento y las deficiencias de la línea de transporte.
   El récord que se hubiera conseguido, de la línea más larga de Europa con esa tensión, fue imposible de conquistar por la precariedad de la situación en la que se encontraba Europa implicada en una guerra. Los materiales más básicos escaseaban y los disponibles habían subido su precio por la gran demanda. Oerlikon disponía de un equipo de ingenieros de primera línea y los responsables de los trabajos estaban perfectamente preparados para asumir ese reto, pero los aisladores que disponían no permitieron elevar la tensión de trabajo más allá de los 110.000 voltios citados.

   Se instalaron cuatro transformadores idénticos; uno para cada grupo y otro de reserva, de una potencia de 9 MVA ó 9.000 kVA de potencia aparente. Los transformadores, para hacernos una idea de las exigencias de los constructores suizos, fueron probados, durante un minuto, a 250.000 voltios.

   Los transformadores son máquinas eléctricas imperfectas y conocemos su rendimiento gracias a los datos del artículo, que era del 98,7 %. Las pérdidas acaban traduciéndose en calor y para refrigerarlos, el aceite aislante que tienen en su interior se hace circular con una bomba. En la parte alta del transformador se encuentra el aceite más caliente y desde allí, pasando por unos serpentines alojados en una piscina de agua corriente, para reducir la temperatura, se vuelve a introducir en la parte más baja del transformador.



   Para el mantenimiento del aceite se habían instalado seis depósitos de 8.700 litros cada no y un filtro de aceite para poder mantenerlo adecuadamente. Cada transformador disponía de una válvula de vaciado rápido para poder evacuar, en caso de incendio, los 5.500 kg de aceite de su interior y descargarlos en los depósitos citados. 
Todo este aparellaje estaba instalado en una gran sala, con gruesos muros separadores, que se denomina E.T.P. o Estación de Transformación principal. Y alberga los equipos necesarios para poder realizar la elevación de las tensiones. La salida de los transformadores, mediante unos seccionadores, se enviaba a un doble juego de barras, que sustentadas por la cerchas del tejado y unos aisladores, permitían elegir entre las dos salidas posibles. Este sistema eestaba pensado para evacuar la energía producida por la central a una línea de doble circuito que, aunque aparece en el esquema eléctrico del artículo, tampoco llegó a hacerse realidad. Las dos barras se podían interconectar por un interruptor fabricado por ACO. Este equipo tenía tres grandes depósitos y en su interior 7.500 kg de aceite, una cantidad superior a la utilizada por un transformador. Se había ensayado, para comprobar su aislamiento, a una tensión muy superior a la tensión de funcionamiento; 300.000 voltios.

   Otro elemento de la aparamenta descrito en el artículo son los pararrayos, que en este caso eran electrolíticos y servían para proteger los equipos de posibles descargas atmosféricas que tuvieran lugar en la línea. En aquellos momentos las tormentas eran las responsables de gran número de averías. Para proteger a los alternadores de las sobretensiones generadas se instalaron unas bobinas denominadas reactancias que se alojaban en un edificio separado de la central. 

   El artículo ilustra las descripciones con fotografías de la construcción: El transporte de las partes de un estátor, con una larga reata de mulos o la instalación por un grupo de trabajadores de un poste de la línea.

   Para terminar, describe las características de la línea de transporte: 250 kilómetros de longitud, 14 tipos de postes de una altura entre 18 y 35 metros y de un peso entre 1.125 y 5.048 kilogramos, con un número total de 1.512 en el recorrido.

   Entre la “ETP” -Estación de transformación principal- de Seira y su destino se disponían tres subestaciones en el recorrido: Perarrua, Manresa y Sabadell.

   Un gran esquema unifilar a doble página hace un recorrido por todos los elementos de la instalación. A este tipo de planos, de gran tamaño, se les suele denominar coloquialmente “sabanas”.



   Pero hay que mirarlos con cierto espíritu crítico pues no siempre coinciden los planos con la realidad y tal como ocurre con los valores de tensión citados, se puede dar crédito a las ideas iniciales del proyecto e inducir a error.

   En este documento aparece en línea discontinua el grupo 4. La central se construyó con tres grupos, pero la obra civil estaba preparada para instalar el cuarto grupo que nunca llegó a instalarse.

   Una de las cuestiones más curiosas de toda la instalación son las tierras líquidas. Unos electrodos introducidos en una piscina, se podían conectar a las barras de 6.000 voltios  de la instalación mediante un interruptor y así “cargar” la central. Todo un calentador de agua del que se desconoce con exactitud su funcionamiento. 

   Este artículo se publicó en el número 31 de la revista "Els Tres Llugarons", Abi, Seira y Barbaruens, editada por las asociaciones culturales de dichos pueblos en el verano de 2023.


domingo, 11 de diciembre de 2022

ENHER, 75 anys. Noves perspectives.

 



    Tras las jornadas celebradas en septiembre del año pasado en Pont de Suert con ocasión del 75 aniversario de ENHER, el CERIb ha editado un nuevo número de Ripacurtia con las colaboraciones de los ponentes. 

   Esta publicación es un recorrido transversal a los importantes cambios en el paisaje que produjo la llegada de ENHER al valle del Ribagorzana.

El artículo "Las concesiones en los ríos Cinca y Ésera. Apuntes histórico-biográficos"  pretende dar unas pinceladas sobre el desarrollo de las mismas y despertar la curiosidad y el interés por una época muy interesante y crucial en el desarrollo hidroeléctrico e industrial.

  Resaltar, pues están fuera del valle del Ribagorzana, las importantes instalaciones hidroeléctricas que construyó y explotó ENHER en el río Cinca (Mediano, Grado I y Grado II) y en el río Ebro (Mequinenza y Riba-Roja). Estas vertían -y vierten- la energía que producen en una línea a 220 kV que desde Barcelona conecta el Ribagorzana con Mediano y bajando por todo el río Cinca hasta Monzón, Mequinenza, Riba-Roja  conecta con Ascó y Vandellós, donde termina su recorrido a dicha tensión, cerrando el anillo con Barcelona a 400 kV. 

  

viernes, 18 de noviembre de 2022

Notas sobre la historia de la central de Seira (29): Maschinenfabrik Oerlikon (M.F.O.)



   Vista de las instalaciones de M.F.O. en 1967. (ETH-Bibliothek Zürich, Bildarchiv / Fotograf: Comet Photo AG (Zürich)

   

 En la localidad suiza de Zúrich, se encontraban algunas de las empresas que suministraron buena parte de los materiales para la construcción de la central de Seira.

   Su importancia económica y humana llevo a trasladar el nombre de dichas a empresas a la denominación de los barrios o distritos donde estaban ubicadas.


   En la parte oeste de la ciudad, junto al río Limago, se encuentra el distrito de Escher Wyss. Actualmente es un barrio de moda que compagina las zonas residenciales con un amplio surtido de tiendas y zonas de ocio nocturno.


   En el lugar donde se localizaba la fábrica encontramos un nuevo parque tecnológico que ha conservado algunas de las instalaciones de la antigua factoría que ocupaba 17 hectáreas. Turbinenplatz, Escher Wyss platz son algunos de los nombres de las plazas de la zona que nos indican cual fue la actividad de dicha empresa.


   Escher Wyss Co. o abreviadamente EWC, como aparece en sus planos y su correspondencia, era una empresa dedicada, principalmente, a la construcción de turbinas y reguladores. A EWC le ocurrió lo que a la mayoría de las empresas constructoras de turbinas que, poco a poco, fueron comprándose unas a otras y concentrándose.  El año 1969 fue adquirida por la suiza Sulzer y actualmente se denomina MAN Energy Solutions. Esta empresa sigue construyendo turbinas y sus talleres se ubican en algunas de las instalaciones originales de EWC.

 

   En la parte norte de la ciudad, junto a un importante nudo ferroviario, se encontraba Maschinenfabrik Oerlikon, más conocida por sus siglas MFO. Destacaba en la fabricación de máquinas de tren y, como muchas otras, también tenía una división dedicada al armamento militar. Aunque a nosotros la parte que más nos interesa es la dedicada a la construcción de máquinas eléctricas.




En 1863 MFO inicio su actividad de construcción de máquinas herramientas y tras una amplia historia como constructores de alternadores y transformadores, como ocurrió con otras empresas del mundo eléctrico, fue adquirida por Brown Boveri el año 1967, pasando, años después, a formar parte del grupo ABB. Esta sociedad actualmente conserva algunos edificios originales donde desarrolla sus actividades. Aunque la mayoría de las instalaciones han desaparecido o se han reconvertido, como una parte del edificio de talleres que ahora es un centro de convenciones. Junto a este hay un moderno jardín que se denomina MFO-Park. 


 

   Afortunadamente en Seira se conservan varios elementos cardinales de la central que fabricó MFO y que son un soberbio ejemplo de su saber hacer: los tres alternadores y sus respectivos transformadores de potencia. También podemos encontrar pequeños equipos de esta marca en algunos aparellajes y elementos auxiliares. Destacan por su estética y el delicado diseño los pequeños motores de accionamiento a distancia del regulador de turbina y de tensión. Sus formas redondeadas nos recuerdan al art-decó que estaba tan de moda en aquellos momentos. 

 

 

   La construcción de la central de Seira es escasamente citada en los artículos técnicos y  “propagandísticos” al contrario de los amplios reportajes que ilustraban, con todo lujo de detalle, las instalaciones de empresas como Riegos y Fuerza del Ebro. La excepción fue el reportaje que publicó La Revue Générale d’Eléctricité el año 1922 -hace cien años-. Un extenso artículo de 22 páginas sobre la central de Seira -el único que se ha localizado con este nivel de detalle- donde desgranaba las características de las instalaciones, haciendo hincapié en los equipos de MFO. Jean Reyval, un conocido publicista, firmaba el artículo, al que acompañaban una importante cantidad de fotografías, diagramas y datos técnicos. Probablemente, como ocurría en otros artículos, este fue promovido por MFO para propaganda de los trabajos realizados por la empresa.


 

   El artículo es una completa descripción del sistema y comienza haciendo una declaración de intenciones de los constructores de la central:


“Entre el nacimiento del rio Ésera y su encuentro con el rio Cinca hay una diferencia de nivel de 1.800 metros y será utilizada en diferentes saltos para producir energía eléctrica destinada a transmitirse a Cataluña”.  


   Siguiendo con la descripción del equipamiento realizado para las obras, donde  hace un guiño a “la catalana” por las excelencias de sus instalaciones: “La sociedad ha construido, los edificios necesarios para las oficinas, el chalet para el ingeniero jefe y diferentes alojamientos para empleados y montadores, con o sin familia, y un gran número de barracas, una escuela, una panadería, un hospital y un pequeño equipamiento para la guardia civil, un aserradero, una oficina de correos y una iglesia”.


   En relación a los servicios necesarios para la obra continúa su descripción:


“La sociedad instala también un taller mecánico, almacenes y un garaje para los automóviles y unas cuadras para proteger a 300 mulas utilizadas en el transporte de los diferentes materiales desde la estación de tren de Barbastro situada a 76 kilómetros de Seira. La sociedad ha instalado unas tiendas para abastecer de todo lo necesario para la subsistencia de los trabajadores“.


Diego Mayoral Estrimiana 


   En la parte técnica comienza explicando que todos los proyectos han sido ejecutados bajo la dirección del ingeniero de caminos Diego Mayoral Estrimiana, jefe de la “sociedad catalana de gas y de electricidad”, y “apenas es necesario recordar las innumerables dificultades que fue necesario vencer para llevar, durante la guerra, tal empresa a buen término”.

 

   Después de la introducción continúa con la descripción del salto, comenzando por la captación de agua del río Ésera en el azud de Villanova y destacando los parámetros más interesantes, como son el caudal: 25 m3/s y los 8.871 metros de longitud que separan el azud del “chateau d’eau”, denominación que le dan los franceses a la cámara de carga o cámara de agua. Esta tiene, según el artículo, 50.000 metros cúbicos de capacidad y está excavada en la roca. 1.110 metros separan la cámara de la central  y aunque la idea es instalar dos tuberías, en aquellos momentos, sólo hay una instalada y tiene un diámetro de dos metros y medio. La tubería atraviesa el rio Ésera a través de dos estructuras metálicas de 15 y 30 metros. 


   La parte correspondiente a las turbinas es breve: tres turbinas de 10.600 caballos de potencia con un salto de 138 metros y un rendimiento del 86 por ciento a esa potencia. Aunque la intención y la previsión era instalar cuatro turbinas. También reseña los dos grupos auxiliares, de 600 caballos, que están provistos de turbinas tipo Pelton y tienen un rendimiento menor que las turbinas Francis: 75 por ciento. 


   El alternador construido por los “Ateliers de Construction Oerlikon”, A.C.O., es ampliamente descrito y comienza explicando el tipo de acero del eje: “Siemens Martin” forjado. El rótor tiene una cruceta de acero colado y los polos están fijados por cuñas por un sistema patentado por ACO. La ventilación se realiza mediante un ventilador sujeto al rótor que expulsa el aire al exterior y no lleva filtros por “la pureza del aire”. Detalla el peso de cada parte del conjunto: el estátor de 41 t, los polos de 17,2 t, el cuerpo del rótor de 19 t y el eje de 5,8 t, en total 102 toneladas.  Explica que, por razones del transporte y de las limitaciones del puente de El Grado, la pieza más pesada, incluyendo el embalaje no debía sobrepasar las 12 t y obligaba a dividir el estator en cuatro partes. Un puente grúa de 50 t servía para poder instalar las piezas de todos los elementos en sus ubicaciones.


   Continúa el artículo con la descripción de los transformadores y de la línea de transmisión, que lo dejamos para el próximo artículo.



Rótor de los alternadores OERLIKON originales.


Este artículo se publicó en el número 30 de la revista "Els Tres Llugarons", Abi, Seira y Barbaruens, editada por las asociaciones culturales de dichos pueblos en el invierno de 2022.


sábado, 23 de julio de 2022

Notas sobre la historia de la central de Seira (28): Ubaldo Fuentes y la Thomson Houston



                                                                                                        Monfort Burgos, José, Electricidad Industrial, Madrid, 1955

       Ubaldo Fuentes y la Thomson Houston

       En nuestro día a día utilizamos multitud de aparatos eléctricos y de muchos de ellos desconocemos quién fue su inventor y cuál es su origen. Pero eso no significa que detrás de cada uno no haya una historia, una persona o equipo, que investigó, lo desarrolló y, al final de este proceso, lo fabricó. Si intentamos buscar información probablemente no la encontremos, pues muchos archivos han desaparecido por la falta de interés o desidia de empresas y particulares, perdiéndose un trabajo de incalculable importancia para la historia. Algunos trabajos de investigación e ideas no se ponen en práctica y es otra persona, pasado el tiempo, la que se lleva el éxito o el fracaso de la actividad, olvidando todavía más al creador original. 

      Una situación similar ocurre en el desarrollo de las instalaciones hidroeléctricas. Desde que se solicita la concesión hasta que se hace realidad las personas implicadas van cambiando y el proyecto evoluciona adaptándose a las circunstancias. 

      Un ejemplo lo podemos encontrar durante la lucha entre Edison y Whestinghouse, en la llamada guerra de las corrientes, entre los partidarios de la corriente alterna y los de la corriente continua. Esta incertidumbre dejó a muchas empresas, como la estadounidense Thomson-Houston, que tenían buenas ideas, luchaban por llevarlas a cabo y se vieron en medio de la contienda esperando conocer el ganador. 

      En 1892 se aclaran las dudas y, tras el triunfo de la corriente alterna, el banquero J.P. Morgan organiza la fusión entre la Edison General Electric y la Thomson-Houston para crear una empresa que pudiera hacer frente al todopoderoso Whestinghouse: la General Electric.

      La General Electric conserva la marca de la absorbida, aunque prescinde de los ingenieros fundadores y se queda con sus patentes. En Europa, se instala el año 1893 en Francia y constituye la Compagnie Francaise Thomson-Houston y en Inglaterra, el 1896, la British Thomson-Houston. Un año después, en Bélgica se crea la Compagnie d’Électricité Thomson-Houston de la Méditerranée. Filial de esta, en 1899, se funda en España la Thomson-Houston Ibérica para dar un gran impulso a sus negocios de electricidad, dirigida por el ingeniero murciano Ubaldo Fuentes Birlayn.

      Esta sociedad no se limita a la venta de materiales a constructores y empresas, sino que participa en las nuevas sociedades que se crean para la explotación de saltos hidroeléctricos o centrales térmicas en las grandes ciudades. El ingeniero Fuentes también aprovecha sus visitas para realizar estudios y presupuestos con el fin de solicitar concesiones y participar en proyectos a nivel particular. 

      La actividad de la floreciente industria hidroeléctrica despierta el ánimo inversor y en Madrid se funda, en agosto de 1899, una empresa con el ambiguo nombre de Sociedad General Española cuyo objeto es “la creación, desarrollo y fomento de toda clase de negocios industriales, mineros, mercantiles, agrícolas, de obras públicas, mobiliarios, financieros, de seguros y de navegación, que puedan interesar directamente al país o en sus relaciones con el extranjero”. Tiene un capital social de un millón de pesetas pero “basta con ver la amplitud de los objetos estatutarios de la Sociedad y las personas que la constituyen, para comprender que está muy lejos de ser el límite de su capital el que señala la importancia de las empresas que haya de acometer; lo que hay es que, dadas las amenazas de los proyectos de presupuestos contra la formación y marcha desembarazada de las Compañías anónimas, es un acto de prudencia sobradamente clara el no presentar a las garras del fisco el capital de que pueda disponer, sino en la medida de los negocios que vaya poniendo en productos la nueva Sociedad”. Como confirmación del interés en el negocio eléctrico de esta sociedad, uno de sus principales inversores es Domingo Sert y Badia, ingeniero y político, asiduo visitante de la Ribagorza y concesionario de saltos en los ríos Ésera, Noguera Ribagorzana y Noguera Pallaresa.

      La creciente actividad industrial provoca que las ventas de la Thomson Houston aumenten y el año 1902 se constituya una nueva filial en Bilbao. Entre los miembros del consejo de administración encontramos, entre otros importantes consejeros, al Marqués de Santillana y al ingeniero Torres Quevedo. 

    En 1908 la sociedad cambia su nombre pasando a denominarse A.E.G. Thomson-Houston, representando en España también a la alemana Allgemeine Elektricitäts-Gesellschaft más conocida por sus siglas A.E.G.

      Pese al interés que ha despertado la industria eléctrica, el año 1911, los concesionarios del salto de Capdella no encuentran financiación en los bancos catalanes para la construcción del salto y se ven abocados a recurrir al capital extranjero. La Compagnie Générale d’Électricité francesa y Société Suisse d'Industries Electriques les prestan el soporte financiero y se convierten en los principales accionistas del salto, proporcionando el material eléctrico necesario. Este modelo de “financiación” se utilizó frecuentemente durante el pasado siglo XIX en España, en el que la mayoría de los inversores extranjeros en ferrocarriles revertían a sus arcas el capital invertido en forma de compras de material que suministraban para su financiada.

      El caso de Capdella nos demuestra la palpable falta de industria española especializada en construcciones eléctricas y la falta de visión, en esos momentos, de los inversores locales. El primer cuarto del siglo tendrá un crecimiento de la demanda de energía eléctrica y, por tanto, de las necesidades de las nuevas instalaciones hidroeléctricas. Una evolución que obligará a la creación de compañías que puedan importar del extranjero todo tipo de material eléctrico y dar el servicio necesario. 

      Parecida situación, más cerca de nosotros, le ocurre a la compañía Hidroeléctrica Ibérica (en adelante HI) pues en sus saltos está completando la obra civil y tiene todo listo para instalar las turbinas y los alternadores de la central de Lafortunada, que aprovecha las aguas del río Cinqueta. Juan Urrutia, su presidente, a la vista de este panorama, es uno de los promotores de la Sociedad Ibérica de Construcciones Ibéricas (SICE) que se constituye el año 1921. Esta nueva empresa ha obtenido la representación de las patentes de General Electric y de Thomson Houston en España y será la suministradora del equipamiento de sus centrales. Una tercera parte del capital lo aportan estas dos empresas y uno de los miembros del consejo de administración es Ubaldo Fuentes.


      Tras la venta de sus concesiones a HI, el ingeniero Ubaldo Fuentes pasa a la larga lista de olvidados. Una figura desconocida, una historia que no aparece en los libros. Muchos estudios sobre las empresas eléctricas se ocupan únicamente de cifras y estadísticas, dejando a un lado a las personas, sean ingenieros o trabajadores, es lo mismo: a todos. Afortunadamente no todos los libros son así y en algunos aparecen las personas que hicieron posibles esas instalaciones y nos cuentan retazos de sus vidas, dedicadas en cuerpo y alma a esas empresas, que se olvidaron de ellos una vez cruzaron la puerta de salida. 

      Ubaldo Fuentes participa en multitud de proyectos: centrales, tranvías, sociedades, y, gracias a ellos, nuestra sociedad y su industria ha podido progresar mediante el uso de la electricidad. Fuentes no ha podido desarrollar las concesiones hidroeléctricas que posee en el Alto Aragón, pero son muchas las sociedades en las que ha participado con éxito. Tras su retirada del mundo empresarial, una vez en Almansa, localidad albaceteña en la que tiene sus orígenes su mujer, Gumersinda Biosca, tiene una breve incursión en el mundo de la política. 

      La historia de Ubaldo y de su familia es digna de un guion de cine. Su padre, Francisco de Paula, militar de profesión, trabaja como contador en el arsenal de la marina y participa en la rebelión de Cartagena. Es juzgado por ello, condenado y se tiene que exiliar a Argelia. Ubaldo comienza sus estudios en la Academia militar de Ingenieros de Segovia el año 1880 y los veranos viaja a Orán a ver a su familia. El verano de 1881 lo pasa también allí, donde muchos españoles aprovechan la temporada de la recogida del esparto. Ese verano en La Saida, se produce una masacre a manos de un cacique local y tienen que escapar para poder sobrevivir. Francisco se ve envuelto en el desarrollo del desastre y ayuda en la evacuación de los españoles que huyen de la zona del conflicto. Son inocentes trabajadores y sus familias, cuya única culpa es estar en el lugar y momento inadecuados, intentando ganar un sueldo para poder vivir. Esta labor de ayuda será reconocida posteriormente por el cónsul español en Orán, que valorará su desinteresado trabajo en momentos tan difíciles.

      No tenemos noticias de la situación de Ubaldo Fuentes Birlayn tras los luctuosos hechos de Orán hasta su aparición como capitán en la brigada de voluntarios en Cuba el año 1898. Tampoco conocemos como consigue Ubaldo el título de ingeniero, ni los trabajos previos que pudiera tener, pero desde que alcanza la dirección de la Thomson Houston es frecuentemente citado en revistas y periódicos por su participación en actividades industriales. 

                                                                        Ubaldo Fuentes Biosca. Imagen del libro Almanseños de Alfonso Hernández Cutillas.  


      De su matrimonio con Gumersinda Biosca nace, el año 1888, en Madrid, un hijo llamado Ubaldo Fuentes Biosca que, dedicado a la ingeniería como su padre, cursa sus estudios en Suiza, donde conoce a la que será su mujer, Juana Retzel, desarrollando su actividad en la A.E.G. Compagina la actividad profesional con la poesía y, a la vista de sus escritos, es un apasionado poeta. Vive en Valencia donde ha formado una importante colección de libros y fotografías hasta que en el año 1957, la riada del rio Turia, acaba con su vida y su biblioteca. 

      

      Aclaración sobre este artículo:

      El artículo tal como lo he planteado hace referencia a Ubaldo Fuentes y he pensado que podía esbozar unas notas sobre su vida con los datos que he ido encontrando. No cabe ninguna duda que su vida y obra merecen mucho más y en eso estoy, pero me apetecía hacerle un pequeño reconocimiento. Un grano de arena. Una cita para aquellos que lo busquen por internet y puedan comenzar a conocerlo. Sirva también este boceto para localizar algún amable colaborador que conozca la ubicación o posea una imagen de Ubaldo Fuentes y le parezca bien compartirla. Lamentablemente la información es escasa y llevará su tiempo recopilar una historia coherente. 

      

      Agradecimientos:

      Me gustaría agradecer la amabilidad e interés de las siguientes personas por ayudarme en la búsqueda de información sobre Ubaldo Fuentes. Disculpas a los que, por falta de memoria, no cite. 

 Rocío Ballesta Tortosa (biblioteca de Almansa)

María Isabel Bartolomé Rodríguez (Universidad de Sevilla, autora del libro La industria eléctrica en España (1890-1936))

Avelina García Colmenero (profesora y autora del libro sobre los poetas almanseños)

Rafael Piqueras García (profesor jubilado)

María José Sánchez Uribelarrea (archivo de Almansa), 

      

      Bibliografía:

      García Colmenero, Avelina, El espejo de la Puerta del Sol: Poetas almanseños de la generación del 27. https://torregrandealmansa.files.wordpress.com/2013/10/jornadas_3_3.pdf (Consultado el 23 de julio de 2022). 

      Hernández Cutillas, Alfonso, Almanseños, Ayuntamiento de Almansa, 2014.

      Hernández Cutillas, Alfonso, Las calles de Almansa, Ayuntamiento de Almansa, 2010.

      Pereda Hernández, Miguel Juan, Republicanos en Almansa: La agrupación municipal de izquierda republicana. https://torregrandealmansa.files.wordpress.com/2020/03/12_04_republicanos-en-almansa-1.pdf (Consultado el 23 de julio de 2022).

      Rolandi Sánchez-Solís, Manuel, El departamento marítimo de Cartagena y su arsenal naval durante la sublevación cantonal de 1873-1874, 2006.

      Tomás Ortiz, María Jesús, Los Soriano Biosca. Una familia de Almansa con talento artístico, Tomás Ortiz S.L., Almansa, 2021. 


      Este artículo se publicó en el número 29 de la revista "Els Tres Llugarons", Abi, Seira y Barbaruens, editada por las asociaciones culturales de dichos pueblos en el verano de 2022.


      

      


miércoles, 30 de marzo de 2022

Notas sobre la historia de la central de Seira (27): Errare humanum est…




El rótor (o inductor) girando visiblemente en la máquina situada en primer plano en la central número 1 de la Niagara Falls Company.


    El equivocarse es de humanos dice el aforismo latino, entre otras cosas. Y así ha sido, pues revisando el artículo de la última revista, cuando ya era demasiado tarde, detecté un error en el pie de una imagen. 


    En los artículos para Els Tres Llugarons intento acercar y adaptar el vocabulario técnico a todos los posibles lectores. Muchas veces los electricistas, como otros gremios, utilizan palabras que no son habituales en personas ajenas al mismo. Es un ejercicio arduo, a la vez que gratificante, intentar explicar -como si fuera para tu abuela- algunas operaciones o cuestiones técnicas. En el último artículo intentaba mostrar la complejidad técnica y el ingenio de los precursores a la hora de poner un alternador verticalmente. Incluso para un genio como Tesla había cuestiones que escapaban a su imaginación. El planteamiento que había diseñado para los generadores era de una simplicidad cristalina y mostraba, de manera cercana, la parte inductora o inductor -que no dinamo como yo puse en el pie de foto, por error- girando en el exterior del alternador, lo que hoy llamamos rótor -por aquello de que es la parte que gira- en contraposición a la parte que está estática u estátor.  En las máquinas actuales la ubicación de ambas partes está al revés y el rotor, perdiendo el romanticismo y la peligrosidad de aquellas primigenias máquinas, se esconde en el interior del estátor. No cabe duda que está disposición es mucho más práctica y apropiada pues permite evitar el riesgo de proyección de alguna pieza suelta de las partes en movimiento. 








    La electricidad se produce en las máquinas por un principio eléctrico en el que participan tres elementos: la velocidad, el campo magnético y una bobina. En la parte fija, en el estátor, tenemos la bobina. En la parte móvil, la energía del agua se encarga de mover el rótor -la velocidad- y este, mediante una corriente continua, genera el campo magnético. El resultado de la operación de estos tres términos aparece en los extremos de la bobina donde se produce una fuerza electromotriz, o abreviadamente f.e.m., que medimos en voltios. La visión de Tesla planteó un inductor -o parte generadora del campo magnético- ligero y esbelto girando en el exterior del inducido -o parte receptora donde el campo induce la f.e.m.- y creando una máquina de una belleza singular.


    Estos principios eléctricos son obra del químico británico Michael Faraday, pero la ley se titula de Faraday-Lenz o de Faraday-Henry en honor de Heinrich Lenz, y de Joseph Henry, que aportaron importantes aspectos, en el primer caso y por descubrir simultáneamente la misma, en el segundo. Aunque quizás el más conocido de todos los estudiosos de la electricidad sea Maxwell, pues fue el autor de una recopilación de estos principios a los que añadió los que Ampere y Gauss hicieron, en unas ecuaciones que, pese a ser el tormento de los estudiantes de electricidad, albergan los fundamentos del electromagnetismo.


    Ahora, “disfrutando” de los calores veraniegos, estoy haciendo lo que debiera haber hecho unos días después de escribir mi artículo de la última revista: la última lectura tranquila y crítica. Pero nunca existe ese momento sosegado en el que se puede disfrutar del trabajo realizado, pues suele coincidir en el tiempo con otro evento no menos delicado: la maquetación de la revista y la detección de errores antes de mandarla a la imprenta.





    Afortunadamente, después de unos cuantos artículos publicados en Els Tres Llugarons, el proceso de escritura de los mismos se ha organizado razonablemente y lo primero es buscar la idea principal, luego viene el hilo conductor, que debe ser lo que te haga seguir y te enganche en el relato. Poco a poco vas recopilando ideas, investigando y escribiendo párrafos para, pasado el tiempo, tener una serie de textos que debes acoplar. Cuando escribes, si tienes la suerte de encontrar la inspiración, llega un momento que te emocionas y el texto sale solo. Pero en ese momento no ves que estás repitiendo alguna expresión, ni errores gramaticales y tampoco faltas ortográficas pues estás imbuido del proceso creativo y las palabras fluyen en el teclado bajo tus dedos y el contador aumenta de forma alegre. Son cerca de 1.500 palabras las que tiene un texto y pueden parecer pocas, pero en ocasiones cuesta encontrar ese “hilo conductor”. 


    Algunas veces ocurre que una idea transversal atrae el interés y poco a poco, te aparta de la idea principal y se adueña de tu atención, puede llegar a cambiar el título, la temática y el contenido. Eso me pasó con las centrales de la Niagara Falls Company que acompañan este texto. Comienzas a buscar información, imágenes, textos y, sin notarlo, vas perdiendo el interés en la idea primigenia y ya solo ves lo transversal hasta que eres consciente de tu devaneo cuando ves que falta poco tiempo para cumplir el plazo. Los nervios comienzan a castigar tu estómago y deseas que se termine todo, que ese contador que no mueve sus dígitos, definitivamente, marque el número mágico y puedas respirar aliviado al terminar el trabajo.





    Los profesionales imagino que deben tener otros métodos, pero los amateurs, como el que suscribe estas líneas, no disponemos del tiempo necesario para poder digerir nuestros propios textos y es gracias a mi compañera Charo, excepcional correctora, la que analiza, de manera casi forense, los textos.  En este proceso detecta repeticiones, faltas ortográficas, y me recuerda los vicios y malas costumbres que tengo escribiendo. Los ripios y la creación de frases “poéticas” también son objeto de su análisis: “Sujeto, verbo, predicado”, me recuerda. Las lecturas -siempre en papel- se suceden, puliendo los textos y completando conceptos o ideas.

 

    También los compañeros de trabajo aportan sus opiniones y correcciones, pues ellos son conocedores de muchos de los temas a los que dedico mis escritos y valoro mucho su opinión. Entre todas estas idas y venidas se deben escoger las imágenes, adaptar su tamaño y, en el caso de los dibujos o de las reseñas propias, dibujarlas y editarlas. 


    Un punto clave que ocupa mucho tiempo son los pies de foto, pues deben explicar todo aquello que no se ve en la imagen, ubicándola y referenciándola como exige la ley y las buenas costumbres. Una vez terminado todo este proceso se debe copiar el texto al programa de maquetación, corregir los formatos de letra, negritas, cursivas y demás, insertar las fotos y los pies de foto, y adaptar su tamaño para rellenar el espacio. Un largo periplo que lamentablemente nunca se hace con el tiempo y el reposo requerido.


    Esta corrección ha servido para explicarles cómo se genera la electricidad y, de paso, disculparme por el error, aclararlo y contarles cómo me organizo para escribir estos artículos.






 Este artículo se publicó en el número 28 de la revista "Els Tres Llugarons", Abi, Seira y Barbaruens, editada por las asociaciones culturales de dichos pueblos en el invierno de 2021.