Grupo en la Presa de Villanova.
Los habitantes del valle del Ésera no salen de su asombro al ver a unos individuos que, subidos en las rocas del Congosto de Ventamillo, pretenden hacer una carretera junto al río. Esta infraestructura, que servirá para romper el aislamiento de siglos, ha acumulado todos los retrasos posibles desde su inicio y no acaba de hacerse realidad. Las promesas por parte de los políticos llenan las hojas de los periódicos, pero los habitantes, con su escepticismo habitual, no acababan de creerse nada. Al final, tras años de demoras, la apertura de la carretera se completa a finales del año 1911 y comienza la llegada de autos y coches a Benasque.
Por alguna curiosa razón, las obras, en general, tienen un embrujo especial que despierta la curiosidad de todo aquel que se cruza con ellas. Los importantes trabajos de “La Catalana”, después de las obras de la carretera, atraen a cientos de trabajadores y allí se mueven miles de duros, despertando el interés de muchas personas. Los políticos ven la oportunidad de llevar el agua a su molino, y, aprovechando la aglomeración, se acercan a “pescar” votos.
En esa época, la distribución de diputados en el Congreso de Madrid, está organizada por distritos electorales y en Huesca hay siete: Barbastro, Benabarre, Fraga, Huesca, Jaca, Sariñena y Boltaña. Seira pertenece a esta última y en las elecciones, que suelen ser cada dos años, se elige un diputado que se encarga de representar a sus electores en Madrid. Desde 1910 el diputado por Boltaña es un médico, oriundo de Sariñena, llamado Luis Fatás Montes. Es habitual que estos “representantes” no sean de la tierra por la que han sido elegidos y por ello se les denomina diputados “cuneros”, pues no tienen vinculación con la zona y su partido –en este caso el liberal- que los ha “colocado” en el puesto.
Las elecciones están cercanas y D. Luis debe arengar a sus amigos y partidarios locales para que lo voten. La visita al distrito se inicia en Barbastro el día 17 de agosto de 1913 y sigue, rumbo a Benasque, por la estela de la carretera. En Graus la comitiva es recibida por influyentes políticos y activos industriales afines a su partido. Al día siguiente hace breves paradas en Perarrúa y Santaliestra donde acuden nutridas comisiones de las poblaciones vecinas. En Campo, el pueblo en masa, aguarda la llegada de su diputado con el Ayuntamiento a la cabeza. El pueblo está en fiestas y, en su exaltación, le cantan algunas coplas:
“Entre todas las vírgenes,
la mejor la del Pilar;
y entre tos los diputaos,
el mejor don Luis Fatás”.
Como es habitual un periodista acompaña a Fatás y en su crónica confunde el nombre de Seira y lo rebautiza por “Gésera”. Abi tampoco tiene demasiada suerte y lo denomina “Ari”. En la narración de su visita, una vez en Seira, describe el espectáculo que se presentó ante su vista:
Casas nuevas recién construidas, un lindo chalet, estilo suizo, en construcción, que parecía haber encontrado el sitio para su emplazamiento; esqueletos de grandes edificios; terraplenes; explanaciones; rampas; un hormigueo constante de gente trabajadora, y de cuando en cuando, como salvas de progreso, retumbando en las concavidades de los montes, los barrenos que corrigen incesantemente las obras de la naturaleza.
Un grupo de personas en las primeras fiestas de la Colonia de Seira.
En las obras de “La Catalana” los reciben el ingeniero director Don Federico Jiménez del Yerro y, el también Ingeniero de Caminos, don Feliciano Enríquez Contra, compartiendo su mesa junto al párroco de “Salaruéns” mosén Pedro Raluy –los de Barbaruens también sufren las redenominaciones del periodista-. Los anfitriones agasajan a sus invitados y les muestras las importantes obras que ejecuta la compañía y, una vez terminada la visita, continúan su viaje hasta El Run, donde son recibidos y les demuestran su simpatía personas de todas las clases sociales. El recibimiento de la comitiva a su llegada a Benasque no tiene precedentes pues, según la vehemente pluma, no se recuerda otro diputado que con tanto ahinco y tanta fortuna haya trabajado por los intereses del distrito.
Ésta visita es una de las primeras descripciones de la obras y abre las puertas de los comentarios, como los realizados por José María “de Sobrarbe” en el Diario de Huesca, que resalta la importancia en nuestra provincia de las explotaciones mineras e hidroeléctricas, motor insustituible de la industria moderna. Su artículo defiende la importancia de los beneficios que para nuestra región se derivan y plantea la posibilidad de que estas obras posibiliten la llegada de los turistas, se construyan los balnearios y se exploten las minas…y el pueblo tenga una visión nueva de una vida más inteligente, que le despierte la noble ansia de la cultura; con su ejemplo acudirán los capitales, los hombres de negocios y gastos de toda clase y toda condición, que llegan a conocer el país y amarlo, y de todos ellos saldrán los otros industriales, los nuevos mineros, los futuros bañistas, los turistas de mañana. Visionarias palabras de José María que, infortunadamente, no tuvieron su reflejo en la realidad.
Continúan las obras con algunos altibajos y en el invierno de 1914, cercanas las elecciones, Fatás visita de nuevo el valle del Ésera en busca de votos. En Seira, un día lluvioso de febrero, es recibido por el Alcalde José Aventín Fortuño y Ramón Bused [sic, Aused?], Juan Peired [sic] y Antonio Turmo. Buenos amigos con ganas de luchar y de vencer. Un mes después vuelve otra vez al Ésera y lo recibe una nutrida representación de los habitantes del valle que le agasajan con uno de esos banquetes pantagruélicos, que dejan chiquitas la bodas de Camacho, con que se obsequia a los diputados, y a su acompañamiento, en los que el mejor gourmand lucha desesperadamente con la falta de elasticidad de su estómago y tiene al fin que declararse vencido deplorablemente ante la profusión y la cantidad de las viandas.
El domingo 8 de marzo se celebran las elecciones, las visitas han dado su fruto, y el candidato liberal Luis Fatás obtiene unos resultados ajustados, superando en 300 sufragios al candidato conservador. Jaca y Fraga quedan en manos de los conservadores y las restantes, entre ellas Boltaña, en las candidaturas liberales.
En mayo se declaran en huelga los trabajadores en las obras de la Catalana, pero el conflicto se soluciona rápidamente por la “visita” de fuerzas de la benemérita.
Ya entrado el verano, en julio, quizás por el nuevo interés que ha tomado la línea de ferrocarril por el valle de Benasque, el Gobernador Civil de la Provincia Sr. Perea recorre el valle y las obras de Seira. El tiempo está revuelto para el mes que estamos y como consecuencia de las últimas tormentas, ha descendido la temperatura, hasta el punto de hacerse necesario usar abrigos por la noche…
No dejan de despertar la curiosidad las obras de Seira y los miembros del Sindicato Agrícola de Ribagorza, camino de un mitin agrario que se celebra en Castejón de Sos, recorren varios kilómetros admirando los extraordinarios trabajos que en toda la zona comprendida entre Seira y El Run ha realizado la empresa.
Las obras de algunos edificios, entre ellos la capilla, están terminadas y en julio de 1915 la barriada obrera de La Catalana de Gas y Electricidad Seria-Abi [sic] celebra las fiestas en honor de su patrona la Virgen del Carmen y a los grandes festejos asiste el ilustrísimo señor obispo de la diócesis. Para acercar a todos los habitantes del valle este evento la empresa de automóviles Litera-Ribagorzana crea un servicio especial de ida y vuelta desde Graus.
Muchas personas visitaron las obras en estos años, como Leandro Pérez gerente del periódico oscense “El Porvenir”, pero sus impresiones y recuerdos no se conservan, por no existir ninguna copia de aquella cabecera. De otros visitantes anónimos solo tenemos sus imágenes plasmadas en las fotografías: sus nombres e historias también han quedado en el olvido.
Por José Antonio Cubero Guardiola
Este artículo se publicó en el número 10 de
la revista "Els tres llugaróns", Abi, Seira y Barbaruens, editada por
las asociaciones culturales de dichos pueblos en el invierno de 2012.
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