Diego Mayoral, como jefe del servicio Hidroeléctrico de CGE, a comienzos del año 1917, tiene la firme convicción que este año es decisivo en la construcción de la central de Seira. Se ha marcado este objetivo y tiene la intención de cumplir con sus ambiciosas expectativas. El pasado año la obra tomó un buen ritmo y en noviembre se llegaron a tener 2.000 obreros, que es el mayor número hasta la fecha y el ritmo de los trabajos fue cercano a lo esperado, pese a los altibajos provocados por el grave accidente que hubo en mayo. Afortunadamente ha comenzado el año animadamente y las carretillas circulan cargadas de materiales. Ya se han colocado 4.000 metros de vía a lo largo del congosto de Ventamillo para transportar cemento a la subida y arena a la bajada, todo lo cual presta grandes servicios y ayuda a la buena conservación de la carretera contribuyendo a economizar en viajes de carros y caballerías.
Todos los responsables de las obras tienen muy presente que no están siguiendo las previsiones establecidas y la presión que reciben es muy grande. Ya han transcurrido cinco años desde que se iniciaron las obras el año 1912 -incrementando en un año la previsión inicial de su duración- y los gastos en personal y materiales son mucho más elevados que los presupuestados. Todo está desbordado y todavía no es posible calcular la fecha en que llegará la electricidad a su destino. Este año es decisivo pues se debe afrontar la construcción de la línea de alta tensión y es de las partidas más importantes del presupuesto de la construcción.
Los trabajos en la línea comienzan muy lentamente y las trabas y los problemas en la construcción se suceden. A los habituales, provocados por el complejo suministro de materiales o con la falta de trabajadores, se añaden sabotajes y complicaciones en las gestiones fuera de toda previsión. Parece que hubiera una "mano negra" que ayudara a que todo lo susceptible de complicarse se complicara. La competencia entre las empresas eléctricas es muy grande y todas ellas son conscientes que cuando la línea de alta tensión de La Catalana esté terminada, supondrá que hay un nuevo competidor en el mercado.
Esta competencia transciende el ámbito local y de ello se hacen eco los periódicos y las publicaciones técnicas. El cuadro de combatientes, según la publicación Madrid Científico, lo componen las sociedades Saltos del Ter, Catalana de Gas y Electricidad -La Catalana-, La Energía Eléctrica de Cataluña y Riegos y Fuerzas del Ebro. Esta última, la más importante de todas, impulsada por el genio creador de Pearson, opera a la manera americana y sorprende a los empresarios europeos. Son muchas las críticas que, desde la prensa financiera, se hacen a estos planteamientos. La actividad desenfrenada de RFE al adquirir multitud de empresas sin tener en cuenta el precio y contratar obreros y empleados en extraordinario número sorprende a todo el mundo. Esta actitud, defendida por los beneficiados, conlleva inconvenientes que las grandes obras de ingeniería traen consigo, como la elevación de los precios de viviendas y alimentos en las zonas donde se ubican las obras, entre otras cosas, lo que, lógicamente, ha cambiado la vida social y política. Estas cuestiones añaden dificultades a las empresas de la competencia -como La Catalana- que deben pagar sueldos más elevados si pretenden encontrar trabajadores.
Dificultades que se añaden a los retrasos que se van sucediendo; en los pedidos a los fabricantes de turbinas, o a los encargos de la fabricación de los alternadores, debido a problemas en el suministro de materiales, que se han demorado también en la entrega, que debía realizarse en verano y todavía no se ha realizado. Tampoco ha llegado la tubería, que proviene de Suiza, y seguro que vendrá en los peores meses, en invierno, para dificultar su transporte.
Afortunadamente no todo son malas noticias y aprovechando una bajada de la cotización del cobre se han pedido a Estados Unidos 400 toneladas de este material para la línea de transporte.
Poco a poco se confirma que la "mano negra" en las obras de la línea de alta tensión existía y tenía nombre. Todos aquellos sabotajes y problemas en las gestiones estaban provocados y lo confirma amargamente el ingeniero Mayoral en uno de sus informes: «Algunos trámites legales de esta línea están demorándose suscitados por nuestra competidora La Canadiense».
Contrasta acusadamente esta efervescente actividad laboral en las obras de la central con la grave situación del mercado laboral español. En 1916, por poner un ejemplo de esa misma época, emigraron 62.247 españoles. Dicha cifra es menor que la del año 1912, cuando 194.443 españoles abandonaron el país rumbo a lejanos y desconocidos lugares en busca de trabajo.
Y es que la situación laboral es lamentable, los periódicos pregonan toda suerte de huelgas y apenas pasa un día sin que se declare alguna. No hay gremio que no reclame en todos los rincones del país un aumento de sueldo o una reducción de sus jornadas. En Aragón los tahoneros de Zaragoza han cerrado sus establecimientos en la capital y en Mequinenza los mineros están con la piqueta en ristre. Los zapateros, los albañiles y un largo etcétera -que incluye hasta "los cavadores de regaliz"- reclaman mejoras en sus condiciones de trabajo. A comienzos de 1917 la situación es insostenible y el ministro de Obras Públicas, Rafael Gasset elabora, con la colaboración de los gobernadores, una bolsa de trabajo de los parados. De sus datos se desprende que en la provincia de Huesca -sorprendentemente- faltan trabajadores y en cuanto el Consejo de Estado despache los créditos extraordinarios pedidos habrá exceso de trabajo y faltarán obreros. Los anuncios de La Catalana, presentes en la prensa desde hace varios meses, demandan trabajadores, reafirmando las palabras de Gasset.
No todas las políticas laborales en Madrid pasan por el Ministerio de Obras Públicas y en algún departamento o institución de la capital tienen una forma curiosa de reclutar trabajadores o -mejor dicho- de apartar los que no trabajan de la vista de los gobernantes para que no les afee "el paisaje". Y, siguiendo una práctica que parece bastante habitual, reparten por "provincias" expediciones...
"...de golfos, recogidos en las calles, con la pretensión de que trabajen en las obras de Riegos del Altoaragón. Esta nueva expedición es de 36, y muchos de ellos ancianos e imposibilitados. Algunos de los golfos regresaron a Madrid el mismo día, y los útiles para el trabajo, en vista de los escasos jornales que se pagan en las obras de riegos, han marchado a El Run, donde les pagan más elevados jornales en las obras de la Compañía Catalana de Gas. El pueblo censura la falta de criterio que supone el envío de gentes inútiles para el trabajo."
Pese a estas aportaciones extras de obreros, en Seira la situación obrera se mantiene estable, desde diciembre el número de obreros se sitúa en torno a los 1000. La actividad sigue imparable y en marzo, gracias a los anuncios, ya son cerca de 1900. No extraña, pues, que entre tantos, y de tantas clases, de trabajadores en las obras algunos sufran «accidentes», como un obrero de Lérida que pierde un brazo y su cartera con 1200 pesetas a manos de un «compañero» suyo. O que en El Run, en las mismas fechas, una discusión acabe en un tiroteo y el agresor se dé a la fuga y se interne en Francia.
En las obras trabajan obreros de toda España y existe una importante colonia de murcianos. Alguno de ellos no está muy contento con la empresa y envía sus relatos a los periódicos de Cartagena describiendo su situación en las obras y las características de la misma:
"...en los confines de la provincia de Huesca, clima ingrato y ya visitado por obreros de esta zona, a los cuales se burló descaradamente faltándoles al contrato y por lo que algunos han regresado haciendo tan larga travesía a pie e implorando la caridad pública… Ya lo dijo el gran Costa: el ser español es un mal negocio."
Este incremento de obreros, que ha tenido lugar en 1917, ha sido provocado por la reactivación de la construcción del gran edificio que albergará la subestación. Allí se necesitan transportar piedras desde la cercana cantera, construir vigas armadas e instalar celosías y estructuras. Ha aumentado también la demanda de carros con caballerías. Como la población de caballerías se ha incrementado, el consumo de alimento y paja para su manutención también asciende y se suceden los anuncios en el Diario de Huesca para localizar vendedores que lo suministren. Según dicho anuncio, interesa comprar 150 toneladas de avena, 75 de cebada, 75 de maíz y 300 de paja en pacas bien alambradas de 60 kilogramos. Todos estos suministros se contratan puestos en el apartadero de Barbastro y deben ser transportados, mediante el tren de vapor o por arrieros, hasta Seira.
Parece que -de momento- las expectativas para este año 1917 del Ingeniero Mayoral se cumplen.
Este artículo se publicó en el número 19 de la revista "Els tres llugaróns", Abi, Seira y Barbaruens, editada por las asociaciones culturales de dichos pueblos en el verano de 2017.
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