sábado, 23 de julio de 2022

Notas sobre la historia de la central de Seira (28): Ubaldo Fuentes y la Thomson Houston



                                                                                                        Monfort Burgos, José, Electricidad Industrial, Madrid, 1955

       Ubaldo Fuentes y la Thomson Houston

       En nuestro día a día utilizamos multitud de aparatos eléctricos y de muchos de ellos desconocemos quién fue su inventor y cuál es su origen. Pero eso no significa que detrás de cada uno no haya una historia, una persona o equipo, que investigó, lo desarrolló y, al final de este proceso, lo fabricó. Si intentamos buscar información probablemente no la encontremos, pues muchos archivos han desaparecido por la falta de interés o desidia de empresas y particulares, perdiéndose un trabajo de incalculable importancia para la historia. Algunos trabajos de investigación e ideas no se ponen en práctica y es otra persona, pasado el tiempo, la que se lleva el éxito o el fracaso de la actividad, olvidando todavía más al creador original. 

      Una situación similar ocurre en el desarrollo de las instalaciones hidroeléctricas. Desde que se solicita la concesión hasta que se hace realidad las personas implicadas van cambiando y el proyecto evoluciona adaptándose a las circunstancias. 

      Un ejemplo lo podemos encontrar durante la lucha entre Edison y Whestinghouse, en la llamada guerra de las corrientes, entre los partidarios de la corriente alterna y los de la corriente continua. Esta incertidumbre dejó a muchas empresas, como la estadounidense Thomson-Houston, que tenían buenas ideas, luchaban por llevarlas a cabo y se vieron en medio de la contienda esperando conocer el ganador. 

      En 1892 se aclaran las dudas y, tras el triunfo de la corriente alterna, el banquero J.P. Morgan organiza la fusión entre la Edison General Electric y la Thomson-Houston para crear una empresa que pudiera hacer frente al todopoderoso Whestinghouse: la General Electric.

      La General Electric conserva la marca de la absorbida, aunque prescinde de los ingenieros fundadores y se queda con sus patentes. En Europa, se instala el año 1893 en Francia y constituye la Compagnie Francaise Thomson-Houston y en Inglaterra, el 1896, la British Thomson-Houston. Un año después, en Bélgica se crea la Compagnie d’Électricité Thomson-Houston de la Méditerranée. Filial de esta, en 1899, se funda en España la Thomson-Houston Ibérica para dar un gran impulso a sus negocios de electricidad, dirigida por el ingeniero murciano Ubaldo Fuentes Birlayn.

      Esta sociedad no se limita a la venta de materiales a constructores y empresas, sino que participa en las nuevas sociedades que se crean para la explotación de saltos hidroeléctricos o centrales térmicas en las grandes ciudades. El ingeniero Fuentes también aprovecha sus visitas para realizar estudios y presupuestos con el fin de solicitar concesiones y participar en proyectos a nivel particular. 

      La actividad de la floreciente industria hidroeléctrica despierta el ánimo inversor y en Madrid se funda, en agosto de 1899, una empresa con el ambiguo nombre de Sociedad General Española cuyo objeto es “la creación, desarrollo y fomento de toda clase de negocios industriales, mineros, mercantiles, agrícolas, de obras públicas, mobiliarios, financieros, de seguros y de navegación, que puedan interesar directamente al país o en sus relaciones con el extranjero”. Tiene un capital social de un millón de pesetas pero “basta con ver la amplitud de los objetos estatutarios de la Sociedad y las personas que la constituyen, para comprender que está muy lejos de ser el límite de su capital el que señala la importancia de las empresas que haya de acometer; lo que hay es que, dadas las amenazas de los proyectos de presupuestos contra la formación y marcha desembarazada de las Compañías anónimas, es un acto de prudencia sobradamente clara el no presentar a las garras del fisco el capital de que pueda disponer, sino en la medida de los negocios que vaya poniendo en productos la nueva Sociedad”. Como confirmación del interés en el negocio eléctrico de esta sociedad, uno de sus principales inversores es Domingo Sert y Badia, ingeniero y político, asiduo visitante de la Ribagorza y concesionario de saltos en los ríos Ésera, Noguera Ribagorzana y Noguera Pallaresa.

      La creciente actividad industrial provoca que las ventas de la Thomson Houston aumenten y el año 1902 se constituya una nueva filial en Bilbao. Entre los miembros del consejo de administración encontramos, entre otros importantes consejeros, al Marqués de Santillana y al ingeniero Torres Quevedo. 

    En 1908 la sociedad cambia su nombre pasando a denominarse A.E.G. Thomson-Houston, representando en España también a la alemana Allgemeine Elektricitäts-Gesellschaft más conocida por sus siglas A.E.G.

      Pese al interés que ha despertado la industria eléctrica, el año 1911, los concesionarios del salto de Capdella no encuentran financiación en los bancos catalanes para la construcción del salto y se ven abocados a recurrir al capital extranjero. La Compagnie Générale d’Électricité francesa y Société Suisse d'Industries Electriques les prestan el soporte financiero y se convierten en los principales accionistas del salto, proporcionando el material eléctrico necesario. Este modelo de “financiación” se utilizó frecuentemente durante el pasado siglo XIX en España, en el que la mayoría de los inversores extranjeros en ferrocarriles revertían a sus arcas el capital invertido en forma de compras de material que suministraban para su financiada.

      El caso de Capdella nos demuestra la palpable falta de industria española especializada en construcciones eléctricas y la falta de visión, en esos momentos, de los inversores locales. El primer cuarto del siglo tendrá un crecimiento de la demanda de energía eléctrica y, por tanto, de las necesidades de las nuevas instalaciones hidroeléctricas. Una evolución que obligará a la creación de compañías que puedan importar del extranjero todo tipo de material eléctrico y dar el servicio necesario. 

      Parecida situación, más cerca de nosotros, le ocurre a la compañía Hidroeléctrica Ibérica (en adelante HI) pues en sus saltos está completando la obra civil y tiene todo listo para instalar las turbinas y los alternadores de la central de Lafortunada, que aprovecha las aguas del río Cinqueta. Juan Urrutia, su presidente, a la vista de este panorama, es uno de los promotores de la Sociedad Ibérica de Construcciones Ibéricas (SICE) que se constituye el año 1921. Esta nueva empresa ha obtenido la representación de las patentes de General Electric y de Thomson Houston en España y será la suministradora del equipamiento de sus centrales. Una tercera parte del capital lo aportan estas dos empresas y uno de los miembros del consejo de administración es Ubaldo Fuentes.


      Tras la venta de sus concesiones a HI, el ingeniero Ubaldo Fuentes pasa a la larga lista de olvidados. Una figura desconocida, una historia que no aparece en los libros. Muchos estudios sobre las empresas eléctricas se ocupan únicamente de cifras y estadísticas, dejando a un lado a las personas, sean ingenieros o trabajadores, es lo mismo: a todos. Afortunadamente no todos los libros son así y en algunos aparecen las personas que hicieron posibles esas instalaciones y nos cuentan retazos de sus vidas, dedicadas en cuerpo y alma a esas empresas, que se olvidaron de ellos una vez cruzaron la puerta de salida. 

      Ubaldo Fuentes participa en multitud de proyectos: centrales, tranvías, sociedades, y, gracias a ellos, nuestra sociedad y su industria ha podido progresar mediante el uso de la electricidad. Fuentes no ha podido desarrollar las concesiones hidroeléctricas que posee en el Alto Aragón, pero son muchas las sociedades en las que ha participado con éxito. Tras su retirada del mundo empresarial, una vez en Almansa, localidad albaceteña en la que tiene sus orígenes su mujer, Gumersinda Biosca, tiene una breve incursión en el mundo de la política. 

      La historia de Ubaldo y de su familia es digna de un guion de cine. Su padre, Francisco de Paula, militar de profesión, trabaja como contador en el arsenal de la marina y participa en la rebelión de Cartagena. Es juzgado por ello, condenado y se tiene que exiliar a Argelia. Ubaldo comienza sus estudios en la Academia militar de Ingenieros de Segovia el año 1880 y los veranos viaja a Orán a ver a su familia. El verano de 1881 lo pasa también allí, donde muchos españoles aprovechan la temporada de la recogida del esparto. Ese verano en La Saida, se produce una masacre a manos de un cacique local y tienen que escapar para poder sobrevivir. Francisco se ve envuelto en el desarrollo del desastre y ayuda en la evacuación de los españoles que huyen de la zona del conflicto. Son inocentes trabajadores y sus familias, cuya única culpa es estar en el lugar y momento inadecuados, intentando ganar un sueldo para poder vivir. Esta labor de ayuda será reconocida posteriormente por el cónsul español en Orán, que valorará su desinteresado trabajo en momentos tan difíciles.

      No tenemos noticias de la situación de Ubaldo Fuentes Birlayn tras los luctuosos hechos de Orán hasta su aparición como capitán en la brigada de voluntarios en Cuba el año 1898. Tampoco conocemos como consigue Ubaldo el título de ingeniero, ni los trabajos previos que pudiera tener, pero desde que alcanza la dirección de la Thomson Houston es frecuentemente citado en revistas y periódicos por su participación en actividades industriales. 

                                                                        Ubaldo Fuentes Biosca. Imagen del libro Almanseños de Alfonso Hernández Cutillas.  


      De su matrimonio con Gumersinda Biosca nace, el año 1888, en Madrid, un hijo llamado Ubaldo Fuentes Biosca que, dedicado a la ingeniería como su padre, cursa sus estudios en Suiza, donde conoce a la que será su mujer, Juana Retzel, desarrollando su actividad en la A.E.G. Compagina la actividad profesional con la poesía y, a la vista de sus escritos, es un apasionado poeta. Vive en Valencia donde ha formado una importante colección de libros y fotografías hasta que en el año 1957, la riada del rio Turia, acaba con su vida y su biblioteca. 

      

      Aclaración sobre este artículo:

      El artículo tal como lo he planteado hace referencia a Ubaldo Fuentes y he pensado que podía esbozar unas notas sobre su vida con los datos que he ido encontrando. No cabe ninguna duda que su vida y obra merecen mucho más y en eso estoy, pero me apetecía hacerle un pequeño reconocimiento. Un grano de arena. Una cita para aquellos que lo busquen por internet y puedan comenzar a conocerlo. Sirva también este boceto para localizar algún amable colaborador que conozca la ubicación o posea una imagen de Ubaldo Fuentes y le parezca bien compartirla. Lamentablemente la información es escasa y llevará su tiempo recopilar una historia coherente. 

      

      Agradecimientos:

      Me gustaría agradecer la amabilidad e interés de las siguientes personas por ayudarme en la búsqueda de información sobre Ubaldo Fuentes. Disculpas a los que, por falta de memoria, no cite. 

 Rocío Ballesta Tortosa (biblioteca de Almansa)

María Isabel Bartolomé Rodríguez (Universidad de Sevilla, autora del libro La industria eléctrica en España (1890-1936))

Avelina García Colmenero (profesora y autora del libro sobre los poetas almanseños)

Rafael Piqueras García (profesor jubilado)

María José Sánchez Uribelarrea (archivo de Almansa), 

      

      Bibliografía:

      García Colmenero, Avelina, El espejo de la Puerta del Sol: Poetas almanseños de la generación del 27. https://torregrandealmansa.files.wordpress.com/2013/10/jornadas_3_3.pdf (Consultado el 23 de julio de 2022). 

      Hernández Cutillas, Alfonso, Almanseños, Ayuntamiento de Almansa, 2014.

      Hernández Cutillas, Alfonso, Las calles de Almansa, Ayuntamiento de Almansa, 2010.

      Pereda Hernández, Miguel Juan, Republicanos en Almansa: La agrupación municipal de izquierda republicana. https://torregrandealmansa.files.wordpress.com/2020/03/12_04_republicanos-en-almansa-1.pdf (Consultado el 23 de julio de 2022).

      Rolandi Sánchez-Solís, Manuel, El departamento marítimo de Cartagena y su arsenal naval durante la sublevación cantonal de 1873-1874, 2006.

      Tomás Ortiz, María Jesús, Los Soriano Biosca. Una familia de Almansa con talento artístico, Tomás Ortiz S.L., Almansa, 2021. 


      Este artículo se publicó en el número 29 de la revista "Els Tres Llugarons", Abi, Seira y Barbaruens, editada por las asociaciones culturales de dichos pueblos en el verano de 2022.


      

      


miércoles, 30 de marzo de 2022

Notas sobre la historia de la central de Seira (27): Errare humanum est…




El rótor (o inductor) girando visiblemente en la máquina situada en primer plano en la central número 1 de la Niagara Falls Company.


    El equivocarse es de humanos dice el aforismo latino, entre otras cosas. Y así ha sido, pues revisando el artículo de la última revista, cuando ya era demasiado tarde, detecté un error en el pie de una imagen. 


    En los artículos para Els Tres Llugarons intento acercar y adaptar el vocabulario técnico a todos los posibles lectores. Muchas veces los electricistas, como otros gremios, utilizan palabras que no son habituales en personas ajenas al mismo. Es un ejercicio arduo, a la vez que gratificante, intentar explicar -como si fuera para tu abuela- algunas operaciones o cuestiones técnicas. En el último artículo intentaba mostrar la complejidad técnica y el ingenio de los precursores a la hora de poner un alternador verticalmente. Incluso para un genio como Tesla había cuestiones que escapaban a su imaginación. El planteamiento que había diseñado para los generadores era de una simplicidad cristalina y mostraba, de manera cercana, la parte inductora o inductor -que no dinamo como yo puse en el pie de foto, por error- girando en el exterior del alternador, lo que hoy llamamos rótor -por aquello de que es la parte que gira- en contraposición a la parte que está estática u estátor.  En las máquinas actuales la ubicación de ambas partes está al revés y el rotor, perdiendo el romanticismo y la peligrosidad de aquellas primigenias máquinas, se esconde en el interior del estátor. No cabe duda que está disposición es mucho más práctica y apropiada pues permite evitar el riesgo de proyección de alguna pieza suelta de las partes en movimiento. 








    La electricidad se produce en las máquinas por un principio eléctrico en el que participan tres elementos: la velocidad, el campo magnético y una bobina. En la parte fija, en el estátor, tenemos la bobina. En la parte móvil, la energía del agua se encarga de mover el rótor -la velocidad- y este, mediante una corriente continua, genera el campo magnético. El resultado de la operación de estos tres términos aparece en los extremos de la bobina donde se produce una fuerza electromotriz, o abreviadamente f.e.m., que medimos en voltios. La visión de Tesla planteó un inductor -o parte generadora del campo magnético- ligero y esbelto girando en el exterior del inducido -o parte receptora donde el campo induce la f.e.m.- y creando una máquina de una belleza singular.


    Estos principios eléctricos son obra del químico británico Michael Faraday, pero la ley se titula de Faraday-Lenz o de Faraday-Henry en honor de Heinrich Lenz, y de Joseph Henry, que aportaron importantes aspectos, en el primer caso y por descubrir simultáneamente la misma, en el segundo. Aunque quizás el más conocido de todos los estudiosos de la electricidad sea Maxwell, pues fue el autor de una recopilación de estos principios a los que añadió los que Ampere y Gauss hicieron, en unas ecuaciones que, pese a ser el tormento de los estudiantes de electricidad, albergan los fundamentos del electromagnetismo.


    Ahora, “disfrutando” de los calores veraniegos, estoy haciendo lo que debiera haber hecho unos días después de escribir mi artículo de la última revista: la última lectura tranquila y crítica. Pero nunca existe ese momento sosegado en el que se puede disfrutar del trabajo realizado, pues suele coincidir en el tiempo con otro evento no menos delicado: la maquetación de la revista y la detección de errores antes de mandarla a la imprenta.





    Afortunadamente, después de unos cuantos artículos publicados en Els Tres Llugarons, el proceso de escritura de los mismos se ha organizado razonablemente y lo primero es buscar la idea principal, luego viene el hilo conductor, que debe ser lo que te haga seguir y te enganche en el relato. Poco a poco vas recopilando ideas, investigando y escribiendo párrafos para, pasado el tiempo, tener una serie de textos que debes acoplar. Cuando escribes, si tienes la suerte de encontrar la inspiración, llega un momento que te emocionas y el texto sale solo. Pero en ese momento no ves que estás repitiendo alguna expresión, ni errores gramaticales y tampoco faltas ortográficas pues estás imbuido del proceso creativo y las palabras fluyen en el teclado bajo tus dedos y el contador aumenta de forma alegre. Son cerca de 1.500 palabras las que tiene un texto y pueden parecer pocas, pero en ocasiones cuesta encontrar ese “hilo conductor”. 


    Algunas veces ocurre que una idea transversal atrae el interés y poco a poco, te aparta de la idea principal y se adueña de tu atención, puede llegar a cambiar el título, la temática y el contenido. Eso me pasó con las centrales de la Niagara Falls Company que acompañan este texto. Comienzas a buscar información, imágenes, textos y, sin notarlo, vas perdiendo el interés en la idea primigenia y ya solo ves lo transversal hasta que eres consciente de tu devaneo cuando ves que falta poco tiempo para cumplir el plazo. Los nervios comienzan a castigar tu estómago y deseas que se termine todo, que ese contador que no mueve sus dígitos, definitivamente, marque el número mágico y puedas respirar aliviado al terminar el trabajo.





    Los profesionales imagino que deben tener otros métodos, pero los amateurs, como el que suscribe estas líneas, no disponemos del tiempo necesario para poder digerir nuestros propios textos y es gracias a mi compañera Charo, excepcional correctora, la que analiza, de manera casi forense, los textos.  En este proceso detecta repeticiones, faltas ortográficas, y me recuerda los vicios y malas costumbres que tengo escribiendo. Los ripios y la creación de frases “poéticas” también son objeto de su análisis: “Sujeto, verbo, predicado”, me recuerda. Las lecturas -siempre en papel- se suceden, puliendo los textos y completando conceptos o ideas.

 

    También los compañeros de trabajo aportan sus opiniones y correcciones, pues ellos son conocedores de muchos de los temas a los que dedico mis escritos y valoro mucho su opinión. Entre todas estas idas y venidas se deben escoger las imágenes, adaptar su tamaño y, en el caso de los dibujos o de las reseñas propias, dibujarlas y editarlas. 


    Un punto clave que ocupa mucho tiempo son los pies de foto, pues deben explicar todo aquello que no se ve en la imagen, ubicándola y referenciándola como exige la ley y las buenas costumbres. Una vez terminado todo este proceso se debe copiar el texto al programa de maquetación, corregir los formatos de letra, negritas, cursivas y demás, insertar las fotos y los pies de foto, y adaptar su tamaño para rellenar el espacio. Un largo periplo que lamentablemente nunca se hace con el tiempo y el reposo requerido.


    Esta corrección ha servido para explicarles cómo se genera la electricidad y, de paso, disculparme por el error, aclararlo y contarles cómo me organizo para escribir estos artículos.






 Este artículo se publicó en el número 28 de la revista "Els Tres Llugarons", Abi, Seira y Barbaruens, editada por las asociaciones culturales de dichos pueblos en el invierno de 2021.


lunes, 6 de septiembre de 2021

Las concesiones en los ríos Cinca y Ésera. Apuntes histórico-biográficos.

 


Durante los días 2 al 4 de septiembre pasado se ha desarrollado en Pont de Suert el Curs d'Estiu de la UdL titulado: "ENHER, 75 anys". Las jornadas, con un apretado horario de actividades, han desarrollado un variado e interesante recorrido por la historia de la empresa ENHER y su impacto en la cuenca del Ribagorzana en su vertientes histórica, antropológica y lingüística.

El día 4 tuvo lugar la presentación: "Las concesiones en los ríos Cinca y Ésera. Apuntes histórico-biográficos" y en ella hice un recorrido por las concesiones en dichos ríos y los actores que participaron en las mismas, sus diferentes procedencias y profesiones. Una breve pincelada de sus biografías permitía poner cara a algunas personas importantes en la historia de la hidroelectricidad en dichos ríos.

En una de las concesiones desgrané la cronología de los diferentes trámites que tenían lugar en el proceso de tramitación de la misma, haciendo hincapié en la idiosincrasia de las instituciones que participaban en la misma, tanto de la provincia como del Ministerio de Fomento.

Unas jornadas altamente enriquecedoras que nos permiten conocer y apreciar el trabajo que realizan los investigadores en este campo y certificar que la historia se enriquece de estas visiones transversales.





jueves, 12 de agosto de 2021

La central hidroeléctrica de Seira cumple 100 años.

    
 Acabo de darme cuenta que no había colgado en el blog el artículo que se publicó el año 2019 en el número 112 de la revista Guayente. El año 2018 se celebró por todo lo alto el centenario de su puesta en marcha y después de este, la amable invitación de Lola Aventín para escribir un artículo sobre Seira fue el motivo perfecto para intentar explicar y acercar la apasionante historia de la central y de su impacto en la zona a todos sus lectores de la revista.


    La central hidroeléctrica de Seira cumple 100 años.

 

    Cien años, ¡quien los cumpliera! Aunque lo verdaderamente importante no es la edad, como se suele decir con las personas, sino el magnífico estado en el que se encuentra -su salud-, pues la central de Seira sigue trabajando, haciendo kilovatios, cien años después de su puesta en marcha. Piensen si su último coche hubiera aguantado semejante trote…

    ¿Pero la central de Seira es la más antigua de los Pirineos? preguntan muchas personas al ver y disfrutar del espectáculo que supone, para los sentidos, recorrer sus instalaciones. Les cuento.  Cuando entró en servicio la central de Seira en 1918, había muchas centrales hidroeléctricas en funcionamiento. Sin ir más lejos en Benasque. Cuando todavía no llegaban los carros a la villa, el año 1897, ya disfrutaba de los "beneficios del alumbrado eléctrico" gracias a "dos bonitas máquinas dinamos de cuatro polos, adquiridas de la acreditada casa Schuckert y Compañía". ¿Entonces es la central de Benasque la más antigua de los Pirineos? No. Es complicado decidir cual es la más antigua pues deberíamos plantearnos si contamos, por ejemplo, con nuestros vecinos del norte.  Como pueden imaginar es una cuestión de los límites y las características de las mismas que elegimos para ordenarlas. Aunque ¿es necesario para darle el valor que se merece?...

Anuncio de prensa buscando obreros, año 1917. Colección privada.

    Al margen de estos matices, a comienzos de siglo, los dueños de algunos molinos harineros  modernizan sus instalaciones para producir electricidad y, aunque estas centrales no tienen una gran potencia, permiten a estos afortunados pueblos utilizar el fluido eléctrico para alumbrar a sus vecinos antes que muchas capitales de provincia.  

    Aragón es pionero en España en el transporte a largas distancias. En el año 1894 se realizan los primeros transportes desde la central de Casablanca a Zaragoza y en 1904 se incrementan distancias y potencias con las centrales de Marracos -con una línea de 30.000 voltios y 46 kilómetros- y, ese mismo año, alargando la línea hasta Carcavilla -90 kilómetros-, para transportar la energía producida en el río Gallego hasta Zaragoza. Eran las centrales más grandes de la época en Aragón y contaban con la tecnología más puntera para poder realizar la elevación y el transporte de la energía.

Interior del túnel artificial antes de su hormigonado. En primer plano a la izquierda, Ramón Félix Surigué. Junto a él -y sobre él- sus tres hijos, 9 de diciembre de 1917. Colección privada.


    En 1914, cuando el valle del Ésera estaba en plena vorágine por las obras del Salto del Run, como se denominaba la central hidroeléctrica de Seira al principio, se puso en marcha la central hidroeléctrica de Capdella, en Lérida, y en aquellos momentos fue la primera gran central del Pirineo español sin duda. En 1916 pierden su efímero título al ponerse en funcionamiento la central de Talarn en el Noguera Pallaresa. En 1918 Seira se convierte en la central hidroeléctrica más grande del Pirineo aragonés y también de Aragón. Este título, también es efímero pues la puesta en servicio de la central de Lafortunada, en 1923, movida por las aguas del río Cinca, cinco años después, les quita a todas los galardones. En aquellos años de continua evolución, los avances se suceden y los "records" quedan en poco tiempo olvidados y sobrepasados.

Aunque, sin lugar a dudas, lo más relevante es la importancia que tiene la instalación de esta central en el valle del Ésera, en la Ribagorza, en Huesca y hasta en España. Las obras de la central dan trabajo a muchas personas que se aventuran a venir de todos los rincones de España. No olvidemos que hasta diciembre de 1911 no se abre el acceso a vehículos de ruedas hasta Benasque.

Virolas de la tubería esperando su colocación, 1 de enero de 1918. Colección privada.


Todo es innovador para aquellos trabajadores. Algunos especialistas vienen de las obras de otras centrales atraídos por los altos sueldos o bien directamente reclutados por agentes que las empresas tienen para ello. En cualquier caso, hasta para los más especializados, las instalaciones son superlativas; turbinas de 10.600 caballos, las instalaciones eléctricas con transformadores trifásicos de 9.000 kVA -la mayor potencia instalada en aquellas fechas- y tensiones de 130 kV, sin parangón en España, también totalmente novedosas; todo un reto para sus constructores.

En 1912 cuando el ingeniero zaragozano Francisco Bastos Ansart  estudia las diferentes opciones para su explotación pues no se plantea batir ninguna marca, ni ganar ningún título, tan solo pretende obtener energía eléctrica barata. El carbón, fuente primera para la producción de la energía eléctrica en las grandes ciudades, esta subiendo su precio y los “experimentos” de transporte a larga distancia se publicitan en revistas técnicas como la solución a todos los problemas. 

Es en ese momento es cuando los ingenieros se plantean la posibilidad de traer la energía desde el Pirineo a las grandes ciudades. Y a la par se inicia una alocada carrera por obtener las concesiones hidroeléctricas a cargo de políticos, nobles y algunos industriales -los menos-. Pero esa es otra historia.

Una cimbra instalada para servir de soporte para la bóveda de un túnel, 16 de junio de 1917. Colección privada.

Volviendo al proyecto de Bastos, al mirar sus cálculos somos conscientes del reto que se plantea, pues la distancia entre Seira y Barcelona es muy grande, la mayor en aquellos momentos en España para una línea eléctrica, y el proyecto determina una tensión de 70 kV, todo un reto, aunque el tiempo y la evolución de la técnica, acabará por cambiarlo todo.

Bastos, ingeniero militar en excedencia, es una pieza clave, pero no por sus aportaciones, sino por su ubicuidad. Está en el momento adecuado, con una concesión muy atractiva, delante de las personas que tienen el dinero y se le abren todas las puertas. Una vez cerrado el trato, con un 12 por ciento de acciones de la empresa que se crea -La Sociedad General de Fuerzas Hidroeléctricas-  deja de tener el control del proyecto, pero hace un buen número de contratos con su empresa a cargo de los constructores de la central. Manuel Bertrand, industrial textil, es el accionista de referencia con el 38 por ciento junto a la Sociedad Catalana para el alumbrado por Gas que tiene igual proporción. Bertrand esta interesado en traer la electricidad a Barcelona pasando por Manresa donde tiene sus fábricas.

En cualquier caso lo más importante es llevar a cabo las obras, sacarlas del papel, y, en ellas, el verdadero artífice es el ingeniero jefe del Servicio Hidroeléctrico de Catalana de Gas y Electricidad, el ingeniero de caminos gaditano Diego Mayoral Estrimiana. En 1899 supo ver la importancia de la electricidad y completa sus estudios en Zurich, en su Politécnico. Representa a España en el Congreso de Electricidad de 1900 en Paris, junto al gran José Echegaray, entre otros hitos de su carrera, y es el verdadero promotor de las obras. En el campo de “batalla” tiene dos grandes apoyos: el primero, el también ingeniero de caminos Federico Jiménez del Yerro, como director y, el segundo, no menos importante, Ramón Félix Surigué, que es el jefe de la obra.

A Mayoral le toca lidiar con todas las dificultades. La obras de Seira se inician el año 1912 -cuando comienza la de Capdella, no lo olvidemos- y en 1914, ya mandan energía a Barcelona sus competidores. En Seira no ven el final de los trabajos; las afecciones de toda índole que la gran guerra provoca en el aprovisionamiento de los suministros, no permiten concretar la posible puesta en marcha de la central.

Draga eléctrica en la presa de Villanova, 17 de marzo de 1915. Colección privada.


¿Pero la línea es la más larga o no? Cuando se proyectó, la idea era hacerla doble -dos circuitos- y a 70 kV, pero los  retrasos en la obra impiden ponerla en servicio en 1914 como se pensaba y esta demora provoca que, en 1917, los promotores se planteen llevar, a cualquier precio, la electricidad hasta Barcelona. Para cumplir esta premisa se arrienda la Eléctrica del Cinca y su salto de Arias, en el río Cinca, y se construye una línea que une este salto con la línea de Seira-Barcelona en la localidad de Las Ventas de Santa Lucía, donde luego se construirá la subestación de Perarrúa. Así se lleva en un primer momento la energía hasta la central térmica de San Adrián para su respaldo y distribución.

En 1918, cuando se pone en funcionamiento la central de Seira, se  utiliza un valor de tensión cercano a los 62 kV en la línea, más bajo del proyectado, y no es hasta el 21 de diciembre de 1922 cuando se eleva al valor actual de 110 kV. Se realizan pruebas con la tensión del proyecto -130 kV- pero nunca funciona de manera permanente esta tensión, por lo que nunca consigue el record que se cita en los libros.

La central, vista desde oeste, antes de colocar las tejas, 2 de mayo de 1916. Colección privada.

    La historia de la central, como dejan entrever estas líneas, no merece pasar a la historia por este cúmulo de problemas que provoca, en gran medida, la gran guerra, aunque estos nos dejan ver el esfuerzo titánico que realizan los ingenieros que luchan por llevar a buen término la obra. Su primer gran logro es conseguir que la central se ponga en marcha. Los dueños de las centrales de Capdella y Talarn -sus competidores- les hacen una competencia desleal y ponen todo tipo de trabas para que la central tenga los máximos retrasos.

La presa de Villanova en construcción. En primer plano, a la derecha, un cajón listo para su hinca. Villanova, 23 de noviembre de 1917. Colección privada.


    Todo esta ingente tarea emplea a miles de trabajadores, distribuidos a lo largo de los más de 10 kilómetros que separan los extremos más distantes de la obra. Nueve kilómetros de túneles, que requieren el trabajo de mineros y el uso de toneladas de dinamita. La construcción de un gran azud en Villanova, utilizando el peligroso sistema de hinca de cajones por aire comprimido. El número de trabajadores oscila por la demanda de la obra, teniendo su máximo en noviembre de 1917 cuando se alcanza la cifra de 2.303 obreros. Una historia que, tras muchos altibajos, tiene un final feliz cuando el 6 de agosto de 1918 a las 12:16 horas se acopla la central a la línea de alta tensión y comienza a generar energía eléctrica. 

    No acaba la trayectoria de las obras en esa fecha, pues tras la puesta en servicio de la central de Seira, luego viene la construcción de la central de Puente Argoné y, más tarde, la de Campo -Gradiello- que se alarga hasta finales de 1929.

    Resumir con acierto todo lo acontecido en estos años es una tarea difícil, pero espero que estas líneas  les despierten el interés por conocer más a fondo la historia de la central de Seira que, sin lugar a dudas, forma parte del acervo ribagorzano.







    El pasado día 7 de noviembre [de 2018], en los actos institucionales de la celebración del centenario de Seira, la central estaba luminosa, sus latones brillaban y la sala de transformadores, recién pintada, evocaba en los asistentes una manifiesta emoción y satisfacción por su estado. Probablemente, como en los primeros años de su existencia, todo parecía recién instalado y en cualquier momento podía salir por una puerta Federico Jiménez o Diego Mayoral.

    Pero estas sensaciones no me pueden hacer olvidar que siempre he pensado que la central de Seira ha sido un "patito feo"-y lo sigo pensando-; pues no tuvo la repercusión en los medios de información que debió tener, no consiguió el record de la línea más larga a más alta tensión y no la inauguraron autoridades importantes, como el rey, que visitó otras centrales. Pero, pasados los años, aquellas centrales “más afortunadas” tuvieron intervenciones poco conservadoras y trabajos realizados sin el esmero requerido que les han impedido llegar hasta nuestros días con la prestancia y estado de Seira. Por ello, debemos dar las gracias a todos aquellos que hicieron posible la conservación de esta joya tecnológica e histórica como legado a las generaciones venideras. Con el paso de los años, el patito feo se ha convertido en un cisne. 

    Me gustaría terminar estas pinceladas sobre la historia de la central con un recuerdo a los verdaderos artífices de su construcción: los ingenieros y, especialmente, a todos los obreros, sin distinción, que con su trabajo, hicieron posible la obra que hoy todos disfrutamos. Especial mención para los que dejaron su vida en esa lucha por buscar un futuro mejor. 

 

    Este artículo se publicó el año 2019 en el número 112 de la revista Guayente que edita la Asociación Guayente en el Valle de Benasque. Agradezco nuevamente desde aquí la amabilidad de Lola Aventín por su invitación a colaborar en la misma.

Notas sobre la historia de la central de Seira (26): Las máquinas verticales


    En Lafortunada, nuestros vecinos del oeste, están instalando grupos verticales, esto es una novedad -en Seira son horizontales- y permite que los edificios sean más pequeños y la turbina esté ubicada en una posición más baja, por lo que el salto gana un poco de altura y, por tanto, aumenta su potencia, que es lo que al final interesa, más caballos y así poder hacer más kilovatios. Estos cambios los ha propiciado la rápida evolución que está teniendo la tecnología de construcción de centrales hidroeléctricas y también que la competencia entre los diferentes constructores es muy grande y los hace mejorar para ofrecer nuevos equipos. El número de instalaciones proyectadas o en construcción crece de manera imparable. General Electric, el constructor de los alternadores de Hidroeléctrica Ibérica, ha instalado unos cojinetes de empuje, tipo Michell, para solucionar los requerimientos de suspensión de las máquinas verticales. Entrando en los entresijos de la construcción de este tipo de cojinetes, que es sorprendentemente ingeniosa, decir que la parte más singular son unas piezas metálicas, los patines -cuya forma recuerda a los quesitos- y tienen la forma de un sector circular, recubiertos de un metal antifricción. Estos patines están apoyados en toda su superficie sobre muelles, lo que les permite tener un cierto movimiento. Sobre estos se apoya una gran pieza, denominada gorrón o campana -por su forma- que es la encargada de soportar todo el peso del rotor, de la turbina y la presión del agua sobre la rueda y descansarlo sobre los patines. El gorrón tiene un acabado de espejo y su parte inferior es la que apoya sobre los patines. En la imagen podemos ver que el gorrón tiene separado el espejo para facilitar su mecanizado. Este sistema ha simplificado el mantenimiento y la fiabilidad de las centrales aunque ha tenido bastantes modificaciones desde que se iniciaron este tipo de montajes.


            Partes de un cojinete de empuje o axial 


    Una de las primeras centrales en utilizar máquinas verticales, a finales del siglo XIX, fue la que montó en el río Niagara, en la rivera americana del rio, la Niagara falls Company. Esta central fue un punto de inflexión en la lucha que mantenía Tomás Alva Edison, defensor del uso de la corriente continua en la generación y la distribución eléctrica, y George Westinghouse, que defendía la utilización de la corriente alterna. La decisión de utilizar uno u otro sistema era vital para definir el inmenso negocio que comenzaba a florecer: la electricidad. Estos dos colosos eran las cabezas visibles de dos grandes empresas; la Edison General Electric Company en el caso de Edison y la Westinghouse Electric Company en el caso de Westinghouse. Curiosamente en esta lucha el papel principal lo tenía un empleado de Edison, que en 1888 se pasó a la competencia harto de intentar convencerle de que la corriente continua no tenía futuro en la distribución eléctrica. Estamos hablando del ingeniero Nicola Tesla. Serbio de origen, es el artífice del uso de la corriente alterna, gran teórico del electromagnetismo e inventor del motor de corriente alterna. Gracias a él la central de Niagara Falls utilizó la corriente alterna para producir energía en sus alternadores y así poder elevar su tensión mediante transformadores, tener menores pérdidas y luego volver a transformarla, a la tensión de los hogares, para poder distribuirla en la cercana población de Búfalo. 


George Westinghouse

    Tomas Alva Edison 


    A primera vista sorprende la ingeniosa -y compleja a la vez- forma de utilizar el caudal de las cataratas. El río Niagara había sido objeto desde tiempos inmemorables de explotación en sus “Niagara mills” -molinos del Niagara- que aprovechaban de una manera bastante ineficiente este salto, pero servían de fuente de energía a fundiciones e industrias. Una comisión internacional estudió el aprovechamiento previamente y se plantearon numerosas alternativas. La Niagara Falls Company, con un importante elenco de ingenieros, construyó la central número 1, y marcó los inicios de la explotación industrial de la energía hidroeléctrica en ese continente. La compañía suiza Escher Wyss fue una de las candidatas para la construcción de las turbinas, pero al final fueron unos compatriotas suyos de Ginebra, Faesch & Piccard, los que  consiguieron el contrato, aunque las turbinas se fabricaron en Estados Unidos por la I.P. Morris Co, en sus talleres de Filadelfia. Estas turbinas, diez en total, desarrollaban una potencia de 5.000 caballos cada una. Una de las claves de todo el montaje era el método de sustentación de todo el peso del conjunto. Resulta interesante reseñar que los problemas a los que se enfrentan los constructores de turbinas verticales no son solo referentes al peso que los elementos mecánicos tienen: turbina, eje y rótor, sino a la presión que ejerce el agua sobre la turbina, incrementando el peso del conjunto de una manera nada desdeñable. 


  Imagen de los Niagara Mills a comienzos del siglo XX. 


    El salto proyectado en el Niagara era un reto en todos sus componentes, pues era el primer gran salto que utilizaba la corriente alterna y la demostración de las posibilidades de la misma.  Alrededor de cuarenta y dos metros de salto, que caían por una tubería totalmente vertical desde la casa de máquinas hasta las entrañas de la tierra, donde la turbina tipo Fourneyron extraía la energía del fluido. El eje, un tubo de acero de cerca de un metro de diámetro, de igual longitud al salto, transportaba la energía que movía el rotor. Un verdadero reto mantener un eje de esa longitud, ¡en diez máquinas!, con sus cojinetes y sus lubricaciones. Este eje tenía tres cojinetes intermedios donde se reducía el diámetro del mismo. Las tuberías no eran un tema menor pues tenían que transportar los 12 metros cúbicos de caudal que consumían las turbinas para producir esa potencia. Al final del eje un rotor culminaba el montaje y tenía la peculiaridad de estar ubicado por la parte externa del estator -al revés de los demás fabricantes, en los que está ubicada en el interior y no se ve su movimiento-.



Turbina de 5.000 caballos Faesch & Piccard. A su lado, para hacernos una idea del tamaño, se aprecia la silueta de un hombre. Sobre ella sale el eje y a su izquierda la tubería gira para colocarse vertical y mediante un tubo, que no aparece en la imagen, llegar hasta la toma.


Corte de la central. En la parte superior el alternador y se aprecian los tres cojinetes intermedios.



    Tesla diseñó los alternadores y los construyó Westinghouse en sus talleres de Pittsburg. Giraban a 250 revoluciones por minuto y su frecuencia era de 25 hercios. Esta frecuencia es especialmente baja, pues en el resto de los países europeos se adoptaron los 50 Hz y en Estados Unidos los 60 Hz. Pero esta no era su única peculiaridad, puzes tenían dos salidas independientes monofásicas -como las líneas que nos suministran en nuestras casas, pero dos y desfasadas 90 grados- y mediante un sistema de transformadores las convertía a tres fases, trifásica, con el desfase de 120 grados que existe en la actualidad, para sus distribución. 
Una instalación hidroeléctrica que supuso un gran avance tecnológico y un logro de la ingeniería del momento. 


                                                            Interior de la central nº 1 de la Niagara Falls. Se puede apreciar el movimiento del inductor o rotor (por error en la publicación impresa se nombró como la dinamo). 


    Este artículo se publicó en el número 27 de la revista "Els Tres Llugarons", Abi, Seira y Barbaruens, editada por las asociaciones culturales de dichos pueblos en el verano de 2021.

jueves, 31 de diciembre de 2020

Notas sobre la historia de la central de Seira (25): Y dicen que hay nuevos vecinos al oeste...





Los progresos de la “houille blanche” -la hulla blanca- son imparables. Cada año se ponen en servicio centrales más potentes. Las líneas eléctricas incrementan su tensión de funcionamiento a pasos agigantados y aumentan las distancias que separan los centros de producción y de consumo. La tecnología está evolucionando muy rápidamente y los americanos de General Electric han desarrollado unos cojinetes, para grupos más pesados, que permiten instalarlos verticalmente, como en la central de Niagara Falls. Esta innovación permite reducir el espacio que ocupan las centrales, colocando la turbina en su parte más baja y aumentando el rendimiento de las máquinas y también su salto útil. El aparellaje eléctrico no ha sido ajeno a estos avances; los transformadores y todo su equipamiento ya pueden instalarse en el exterior, sin edificios que los cubran, reduciendo el tamaño de las centrales, mejorando la refrigeración de los mismos y reduciendo costes.

En el Cinca se está trabajando para hacer realidad un proyecto para el aprovechamiento hidroeléctrico integral de la parte alta del río. Este utiliza las cuencas del Cinca, el no menos importante afluente, el Cinqueta, y todos los barrancos tributarios recogiendo sus aguas hasta los canales principales. También se pretende recrecer algunos lagos para acumular las aguas del deshielo invernal y aprovecharlas en el estiaje veraniego. Este conjunto de centrales escalonadas se complementaría, para garantizar la energía en periodos de sequía, con una central reversible. En España es una instalación totalmente novedosa y aprovecharía el lago de Urdiceto como embalse superior y junto a la central se construiría un embalse como acumulador inferior. 

Todas estas obras están utilizando gran número de obreros y materiales y para abastecerlas han instalado en Barbastro, en un apartadero de la estación de tren, su propio almacén y grúa. En Lafortunada estará la central más potente que se alimentará de los dos ríos. Allí estará ubicado el centro de trabajo, las viviendas para los trabajadores, talleres y el almacén para todo el sistema. Es una empresa ambiciosa y pretende construir una fábrica de cemento para no tener que depender de los proveedores y evitar los problemas, como ocurrió en Seira, que provoca la falta de una materia básica como es el cemento.

Juan Urrutia Zulueta 

Eusko-Ikaskuntza 

Fondo Bernardo Estornes


El alma de este gran proyecto es Juan Urrutia Zulueta. No podríamos entender el desarrollo hidroeléctrico de España en estos momentos sin su trabajo. Nacido en 1866, en Amurrio, su destino no estaba muy claro al fallecer su padre prematuramente, un modesto herrero, y quedar huérfano. Es criado y educado por una familia de buena posición que le permite estudiar la carrera de Ingeniería de Minas en Madrid. Al catedrático José María de Madariaga, introductor de los estudios de la electrotecnia en la escuela, le debemos la orientación de Urrutia a dedicarse al ramo eléctrico. En 1901, tras varios años como director de la Compañía Eléctrica de San Sebastián, constituye en Bilbao la empresa Hidroeléctrica Ibérica con el propósito de transportar energía eléctrica hacia su tierra. Sus primeros proyectos se centran en los ríos próximos y en 1904 ya cuenta con una central de 4.000 caballos en el río Leizarán y otra de igual potencia en el Ebro. En 1906 suma 8.000 caballos más en este río.

La creciente demanda de energía eléctrica propicia la compra de concesiones hidroeléctricas cercanas, aunque su mirada está puesta en el Pirineo. El río Cinca es el más cercano a las Vascongadas y le permitiría obtener grandes desniveles y caudales. Hace tiempo que sus aguas se utilizan, en su tramo inferior, para la generación eléctrica. A finales del siglo pasado, Mariano Lacambra instaló una pequeña central eléctrica para dar el servicio de alumbrado eléctrico a la ciudad de Monzón. Para el mismo propósito, en Barbastro, unos kilómetros aguas arriba, en 1903, Pablo Sánchez reformó el antiguo molino de Estada para la generación de energía eléctrica. La rápida evolución de la demanda le lleva, dos años después, a solicitar una ampliación de la concesión de 3.000 litros por segundo hasta los 10.000 litros para poder ampliar la potencia de la central.

No todas las concesiones solicitadas en este río llegan a dar servicio a poblaciones o empresas y algunas son meras especulaciones de empresarios y políticos. En 1908, por ejemplo, ya existe una concesión, propiedad de Jacinto Viñas Muxi, un empresario “indiano”, que tiene que solicitar una ampliación de plazos para que no le caduque la misma y “continuar” unas inexistentes obras. 

Diario de Huesca 7/11/1919
Hemeroteca del Diario del AltoAragón

Pero, afortunadamente, no todos los concesionarios tienen las mismas intenciones y algunos de ellos realizan estudios y proyectos de sus concesiones, como el ingeniero Juan Ledesma que, el año 1910, presenta un proyecto de aprovechamiento en el río Barrosa, afluente del Cinca.

Las nuevas instalaciones se suceden; donde no se instala una nueva central, es una nueva línea para alimentar el alumbrado público de un pueblo. Ricardo de Navascués, ingeniero militar, primigenio concesionario de los saltos del Ésera, solicita autorización para establecer una línea eléctrica para dar servicio en Torrente de Cinca. 

Los negocios y las fábricas comienzan a utilizar la electricidad para mover sus equipos y eso supone el incremento continuo de la demanda. La concesión de Pablo Sánchez en el molino de Estada se ha quedado sin posibilidad de ampliación y este ha decidido construir un nuevo salto, que se denominará Arias. El año 1911 se inaugura con un grupo de 1.500 kW.

La “Catalana” no es ajena a estos movimientos y ha solicitado nuevas concesiones aguas abajo y arriba de estos aprovechamientos. La brigada de estudios explora posibles ubicaciones para una central junto a la cerrada de Torreciudad y ha instalado una estación de aforos para recoger datos de los caudales. 

El Diario de Huesca se hace eco, el año 1912, de una visita de influyentes personajes en el río Cinca: 

“Hoy hemos tenido la satisfacción de saludar a don José Mansana, gerente de la "Sociedad general de las Fuerzas Hidro-eléctricas del Esera", que acompañado de los ingenieros señores Bastos, Araoz y Fuentes, y del acaudalado comerciante de Graus don Vicente Lascorz llegaron a esta villa [Boltaña] el 26 del actual [enero], hospedándose en casa del diputado provincial, nuestro querido amigo don Enrique Gistau. “

La visita parece que no tuvo demasiado éxito y, el año 1913, Ubaldo Fuentes continúa en solitario su proyecto y presenta una solicitud para un aprovechamiento en Bielsa. Acompaña documentación y planos de la instalación. Conoce bien la zona; su puesto de ingeniero director de la Thomson-Houston Ibérica le llevó en 1907 a realizar un viaje de estudios por el Pirineo para localizar concesiones para sus clientes. 

En 1917 siguen los estudios para el proyecto del Cinca y Urrutia ha obtenido, entre otras, la concesión de Ubaldo Fuentes, que pasa a engrosar el proyecto de Hidroeléctrica Ibérica. Urrutia, que desempeñó la labor de diputado durante dos legislaturas por la provincia de Huesca, en la demarcación de Benabarre, reparte su tiempo entre hacer realidad sus sueños y en su vehemente defensa de la hidroelectricidad. Esta le lleva a publicar sus ideas el año 1917 en un libro titulado “La energía hidroeléctrica de España y sus aplicaciones”. En él expone sus opiniones sobre la gestión de las concesiones y la importancia de la electricidad para el desarrollo de España y resume algunas de las modificaciones que, a su opinión, el Estado debería hacer en las nuevas leyes para que “desaparezca el formidable estorbo de los acaparadores de concesiones de saltos de agua que no tienen medios económicos de realizarlas” y asimismo, “se ordenen dichas concesiones en forma tal, que el aprovechamiento de la riqueza de nuestros ríos sea la más perfecta y más rápida posible, teniendo en cuenta que todo retraso equivale a una gran pérdida que no cabe subsanar más tarde”.


Su libro se edita de nuevo el año 1918 “por la favorable acogida” del mismo y actualiza su contenido y añade nuevas premisas como la necesidad de crear “una red general de distribución, la más adecuada para repartir la energía…con objeto de conseguir las compensaciones por irregularidades de caudal…y las garantías posibles contra accidentes por agentes atmosféricos”. 

Esta idea de una “red eléctrica nacional” no era nueva y ya la planteó, el físico jesuita Agustín Pérez del Pulgar, en 1915, en la revista Ibérica, con su visionaria inteligencia, para intentar subsanar la disparidad de tensiones y los problemas que planteaba que cada compañía tuviera su red independiente tanto para los abonados como para la gestión de la energía. Pero, cuando faltan dos meses para terminar este año 1920, el “legislador” no ha promovido ley alguna para arreglar este problema.

Afortunadamente en la cuenca del río Cinca los trabajos continúan sin descanso. Se inician en Pineta, donde un azud totalmente integrado en el paisaje desviará las aguas del Cinca a un canal cubierto. Este, siguiendo la trayectoria del valle, serpenteará hasta la cámara de agua situada a poca distancia del pueblo de Tella. Desde allí, sus aguas descenderán por dos tuberías los 475 metros de desnivel del salto, para “dividirse”, casi al final de su destino, en tres -en la trifurcación- y así alimentar directamente, cada una, su propia turbina Pelton. Sus alternadores verticales, - siguiendo la modernidad- sumarán más de cuarenta mil kilovatios y, probablemente, supongan un nuevo récord cuando se pongan en servicio. 

De momento, nuestros vecinos del oeste siguen trabajando y las obras siguen su curso.

Este artículo se publicó en el número 26 de la revista "Els Tres Llugarons", Abi, Seira y Barbaruens, editada por las asociaciones culturales de dichos pueblos en el invierno de 2020